Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for 4 de octubre de 2012

 

 

 

 

Querido Javier…

He tenido que esperar un día para responder a tu comentario. No por desidia ni falta de ganas. Ni en este caso, -gracias al cielo-, por falta de fuerzas…

He tenido que dejarlo reposar porque has vuelto a estremecerme con tus palabras. Y aunque sé que ahora mismo seguro que tienes un gesto entre incrédulo y condescendiente -a la par que, probablemente, una sonrisa burlona-, estoy convencida de que cuando te explique…, vas a entender el estado de turbación y azoramiento en que me sumieron tus siempre bienvenidas palabras…

La respuesta a tu comentario se convierte hoy en una entrada porque la ocasión lo merece. Porque lo que dices lo merece. Porque tú lo mereces.

Y sobre todo, porque como comentario… Iba a resultar demasiado largo.

(Jajajaja…)

Independientemente de todas las cosas bonitas que me dices, y que como siempre me confunden y superan, obligándome a leerlas como “por encima”, sin detenerme mucho en ellas, sin prestarles demasiada atención…, el resto de palabras, de ideas, y de pensamientos que plasmas, bien merecen una viva atención.

Hace unos días dejaba un comentario en tu blog, a tu entrada “El hombre de tus sueños”, (y dejo aquí el link porque leerte siempre merece la pena…), y me respondías que arriesgándote a ser exagerado te atreverías a decir que tal vez tengamos una forma muy similar de entender las cosas, porque de no ser así no te explicabas cómo yo era capaz de comprenderte, y aún de adivinarte en tus relatos. En tus palabras escritas.

Algo así.

Y a mí no me queda más remedio hoy, que devolverte el comentario. Porque lo cierto es que lo que haces durante el segundo, tercer y cuarto párrafo de tu comentario sobre mi entrada “Amenazados de vida” (que reproduzco textualmente aquí, un poco más adelante), es terminar de concretar mis ideas. Darles profundidad, claridad. Y belleza, además.

Cuando te he leído he pensado: Eso es justo lo que yo quería decir!!! Pero tú lo has dicho de forma mucho más concreta. Más hermosa…

Me ha satisfecho mucho porque ha sido como leer mis propios pensamientos en boca de otro. Como si estuvieras leyendo mi mente y dándole luz con tus palabras…

Pienso, como tú me decías a mí, que eso no puede ser sino porque entendemos algunos de los aspectos más primordiales de la Vida, de forma muy similar. No podríamos estar de acuerdo en muchas cosas de las que hablamos, si no fuera así.

Aunque también hemos tenido alguna bronquilla que otra, ¿eh? Jajaja…

Pero… Ha sido magnífico leerte…

Y reproduzco aquí, con tu permiso -que presupongo, jeje…- los párrafos de tu comentario a los que principalmente me refiero.

“Ahora paso a lo que has escrito hoy, aquí…

Llovió en tu parcela de tierra, ese mundo que ves todos los días, el agua transforma las cosas y los colores, trastoca lo cotidiano impregnándolo de humedad y brillo. Lluvia, agua del cielo. Nos cuentas eso y lo engarzas con el vivir, con vivir como el placer que podemos obtener de cosas al alcance de nuestra mano, y nos urges que despertemos: estamos amenazados de vida!! y, la verdad, se trata de una amenaza pero, aun siendo así, no todos le hacemos caso, la vida nos acecha en todo momento y nosotros ni la miramos. Estamos ocupados en otra cosa. Ella insiste, nosotros la volvemos a ignorar… hay gente que nunca llega a tomarla en serio y muere sin darse cuenta. Una pena, no? pero bueno, cada uno elige aquello que tiene y desea.

Lo malo es que muchos de aquellos no tienen ese mínimo de sentido de justicia que tú pides, sino que arrasan con lo que este en su camino en esa su ansiosa carrera por poseer algo: poder, fama, lo que sea. A otros, en cambio, les falta las ganas que señalas, es como si hubieran llegado cansados. Ni voluntad para poner en marcha su propia vida solo viven esperando que el mundo les de lo que ellos no son capaces de darse.

Como dices: todo radica en nuestra actitud ante las cosas. Esa es la clave. Es fundamental, quien no comprenda esto será siervo o esclavo de alguien o de algo. Sin las ganas, ni esa actitud frente a las cosas, la vida podrá amenazar lo que quiera y mas, que nosotros pasaremos de largo mirando a otra parte, interesados en cosas que, vistas bien, no sirven de nada.”

¿Ves?

Me satisface leerte una y otra vez, porque cuanto más te leo, ¡¡¡más y mejor me comprendo a mí misma!!! Jajaja… Es fantástico.

Pero… Aún así y en realidad, no fue eso lo que me desconcertó y maravilló al leerte, y que me ha tenido un día rumiando cómo responder a tu comentario…

A ver… Voy a tratar de explicarme…

Resumiré un poco la historia de cómo ocurrió todo… Lo que ya verás que al final está completamente relacionado con lo que tú me dices. Y que aún me tiene gratamente sobrecogida.

Alguna semana atrás, mientras acudíamos a Radioterapia del IVO, aquí en Valencia, una tarde había en la sala de espera una circular informativa sobre un taller para  “Entender y atender al enfermo de cáncer”. Dirigido sobre todo a familiares y amigos de pacientes de cáncer.

Era para el día 1 de octubre, lunes, y me sorprendió que una de las personas que lo llevaba fuera mi médico, -el que va a hacerme la braquiterapia el próximo lunes, además- el doctor Guinot.

Nos pareció interesante a Alva y a mí, y nos apuntamos.

Era gratuito pero de asistencia obligatoria, lo que de entrada me pareció muy acertado. Responsable. Generoso. Pero serio.

El lunes fue un día duro porque, a pesar de que en la última entrada comentaba que estaba muy bien de la radiodermitis, -los efectos secundarios de la radioterapia en la piel-, y que apenas si estaba chamuscada… Pues bien, justo el viernes, que es cuando colgué la entrada, las cosas comenzaron a cambiar. En mi piel.

Después de toda una semana sin darme radio ya, la piel comenzó de repente a “quemarse”…, con efecto retardado. Yo no daba crédito a lo que estaba ocurriendo… Súbita y violentamente empezaron a levantarse bambollas, a tomar por zonas un color granate horroroso, a pelarse la piel y quedarse en algunos trozos como en carne viva… Todo esto claro, en la zona irradiada.

Sí. Horroroso. Y muy, MUY doloroso…

El viernes comenzó inesperadamente. El sábado siguió aumentando. El domingo era ya un poema…, y la noche del domingo no pude cerrar un ojo, y he de confesar que pasé la mayor parte de la noche, llorando de dolor… Y eso todavía no había pasado desde que empecé con todo este proceso en enero, más que alguna vez, de forma muy puntual… Llorar de dolor, me refiero.

Para el lunes estaba peor que fatal. Todo auguraba que aunque nos habíamos apuntado al taller, si las cosas seguían así, no íbamos a poder acudir. Habría que llamar y pedir mil perdones. Pero gracias a un mal entendido, ese lunes me llamaron del IVO, y como les comenté -ya de paso- lo mal que estaba, enseguida me dijeron que fuera ya mismo y me mirarían. GRACIAS A LA GENEROSIDAD Y ATENCIÓN  de todo el personal médico del IVO. Y de todos los centros médicos del mundo…, que intentan ayudar a la gente a vivir mejor cuando más lo necesita… :)

Una enfermera maravillosa…, Esther, me curó magníficamente, animándome todo el rato, y hasta me diseñó una especie de top, con un tubo de gasa resistente, para que no tuviera que llevar el sujetador, que me estaba matando porque coincidía con una de las quemaduras más graves…, y que me ha cambiado la vida desde entonces… :)  En serio. Qué descanso. Qué gusto. MIL GRACIAS, Esther. Y además me dijo que volviera el viernes para ver cómo iba. Qué linda.

De modo que el lunes por la tarde, Alva salió corriendo del cole, y corriendo nos fuimos a Valencia. Calle don Juan de Austria. No te digo más, en pleno centro, a las seis de la tarde. Aún no sé cómo llegamos, aparcamos, y a las seis menos un par de minutos llamábamos al timbre.

Allí estaba, en efecto, mi médico, el doctor Guinot, con su tranquilizadora cara de buena persona. Encarna, una enfermera, guapísima, del IVO también. Y Manuela, una psicóloga clínica, preciosa también.

El taller duraba dos horas, de seis a ocho, y lo primero que hicimos todos, fue ir presentándonos y decir por qué estábamos allí. En calidad de qué. Y cuál era nuestra relación con el cáncer.

Fue extraordinario. En serio. Qué fascinante. Cuántas personas interesantes… Entregadas a la vida por una u otra causa. Y qué generoso, por parte de los profesionales, como el doctor, la enfermera y la psicóloga, estar allí regalándonos su tiempo y su conocimiento de forma desinteresada… Eso de por sí ya, es un gesto de amor. ¿No crees? Uno de esos gestos que mejora el mundo.  :)

Bien, pues éramos en total 13 personas las que habíamos acudido.

María Amparo, enferma de cáncer de mama como yo, en tratamiento con quimioterapia, un poco asustada al principio, pero que luego se soltó y llegó a sonreír con una sonrisa preciosa. Y su hija Mar. Obviamente una joven, pero adulta ya, que evidentemente deseaba con todas sus fuerzas ayudar a su madre a recuperarse y verla pronto bien.

Horten, una entusiasta voluntaria, valiente y tremendamente respetuosa, y su marido, Cristóbal, que también quería hacerse voluntario.

Sor María. Una monja entrañable, mayor y con su hábito blanco roto, con cofia y todo. (Me sorprendió porque creo que desde que iba al cole, no había vuelto a ver una “hermana” vestida con hábito…)

María José y Secun dos compañeros, médicos rurales, de Cuenca. Increíbles. Sobre todo María José, que nos dio momentos sabrosísimos. Y muy divertidos también. Secun tenía a su esposa también enferma de cáncer de mama, y también estaba ahora en tratamiento.

Salvador, enfermo de cáncer, que está recibiendo tratamiento de radioterapia, y que confesó valientemente que la enfermedad lo había convertido en mucho mejor persona.

Alicia, una chica de sonrisa pronta y encantadora que había acudido sólo porque quería aprender un poco más para poder ayudar mejor a los demás.

Y Wendy, una hondureña graciosísima que había sufrido cáncer de tiroides hace diez años, y que ahora estaba cuidando amorosamente a una amiga con cáncer de mamá.

Y Alva y yo, claro.

Fue una experiencia maravillosa. Dos horas y pico de testimonios impresionantes… De duras experiencias, de mensajes de esperanza también. De gestos de coraje, de generosidad, de inteligencia (emocional), de altruismo, de valor. De miedo también, claro.

Se me hace muy difícil contar sólo algunas cosas, porque no quisiera hacer de menos a nadie. Todo lo que allí contaron (contamos) todos, es de una valentía, de una sinceridad y de un valor, todo tan grande y tan de agradecer, que me abruma contar sólo algunas de las intervenciones… Y contarlas todas, obviamente sería demasiado largo. En realidad pienso que cada historia de cada uno de mis compañeros de Vida esa tarde, se merecería una entrada individual y personalizada. Mi gratitud y admiración por todos no me permitiría menos.

Yo no sé qué pensarán los tres profesionales que llevaban el taller, de cómo salió, pero por lo menos el doctor Guinot, que es el que más conozco, nos pareció a Alva y a mí que estaba bastante satisfecho. Incluso contento… Aunque él siempre tiene esa buena cara… :)

Las cosas fluyeron prácticamente desde el principio, y poco a poco todos fuimos cogiendo más confianza y soltura… Lloramos…, yo concretamente lloré mucho, de emoción, de alegría. Y reímos mucho también, a pesar de que las experiencias que contábamos eran duras. Algunas, MUCHO.

Pero, ¿sabes Javier lo más alucinante de todo? Lo que me heló la sangre cuando leí tu comentario… Que el taller lo promovía gratuitamente…

La ASOCIACIÓN VIKTOR E. FRANKL.

¿CÓMO TE QUEDAS?

VIKTOR E. FRANKL.

¿Puedes creerlo?

Yo nunca había oído hablar de este señor hasta ese día… Y tú, al día siguiente me hablabas de él!!!! E incluso me recomendabas un libro: «El hombre en busca de sentido». Que muchas gracias, por cierto. Alva ya lo ha bajado gracias al link que tan generosamente me enviabas. Pensamos leérnoslo, de verdad. Muchas gracias. :)

Cuando leí lo que me decías…, no daba crédito a lo que estaba leyendo…

¡¡¡Viva la causalidad!!!

Querido amigo… Qué buenas, determinadas conexiones, ¿no?

Aún estoy alucinada… Jajaja…

Pues bien.

La Asociación Viktor Frankl es una Asociación que se dedica, primordialmente, a la ayuda en el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Tanto para el paciente como para los seres queridos de éste. Haciendo hincapié también en la dura etapa del duelo tras la muerte.

Ofrecen, de forma gratuita, información y asistencia a quien quiera que acuda a ellos.

Me pareció muy interesante, porque yo, -que ya me conoces un poco-, fiel viviente y entusiasta vividora, suelo encontrarme con fuerzas para luchar con casi todo… Lo único capaz de dejarme vacía es la muerte de un ser querido, y aún la del ser querido de algún conocido…, o no. Yo soy de las que se creen el refrán ese de “Todo tiene solución menos la muerte”…

Me maravilló que se trabajara cómo afrontar la muerte de un ser querido, y sobre todo, el tiempo desde que un ser humano es desahuciado por una enfermedad terminal, hasta su muerte. Me parece una de las cosas más crueles y escalofriantes de vivir en esta vida… Y que allí se dedicaran a ayudar justo en esas circunstancias, de forma desinteresada y altruista, me llenó de alegría. De amor hacia el ser humano en general. Y de tranquilidad también.

Como tú -y aún no sé bien por qué…- me comentas justo este lunes, Viktor Frankl es un psiquiatra austríaco que sobrevivió tres años en distintos campos de concentración nazi, en los que sí fallecieron su esposa y sus padres. Y durante semejante experiencia, se dedicó a pensar en por qué algunas personas sobrevivían, y cómo.

Y de ahí desarrolló la teoría psicológica conocida como Logoterapia.

La verdad es que para ser un taller promovido por la Asociación de Viktor Frankl no intentaron meternos con calzador las teorías del psiquiatra, ni tan siquiera hicieron promoción de la Asociación, lo que yo particularmente agradecí bastante, no porque no quisiera saber nada de ella -que al contrario, me interesa mucho-, sino para no salir con la sensación de que lo que allí había pasado es que habían intentado vendernos la Asociación y “hacer” seguidores de ella. De modo que todo resultó mucho más altruista y generoso aún…

Aquí os dejo algunas frases del brillante psiquiatra, que cómo no, dan para pensar…

No hay ninguna situación en la vida que carezca de auténtico sentido.”

“La salvación está en el AMOR, y a través del AMOR.” (Las mayúsculas no son mías sino del original.)

“Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo.”

“Se nos puede arrebatar todo menos la LIBERTAD ESPIRITUAL de elegir una ACTITUD ante nuestras circunstancias.” (Y aunque parezca increíble, -por la similitud con lo que yo comentaba en mi entrada anterior-, las mayúsculas también vienen así en el original, no las he puesto yo.)

“A pesar de todo… SÍ a la VIDA.” (Mayúsculas también del texto original.)

Todas éstas aparecen en un vídeo de presentación en la página de la Asociación, cuyo link es: Página de la Asociación Viktor Frankl

Por si le quieres echar un vistazo.

Y luego he encontrado otra frase de Viktor Frankl, en Internet, que me parece alucinante, y que dice:

“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.

Sencillamente maravillosa. Y, de eso hablábamos, ¿no?

Porque como Alva apuntó -mientras luego hablábamos de ello-, es muy interesante que si no puedes cambiar el entorno, puedas trabajar al menos la actitud con que enfrentarte a ese entorno. Y eso siempre lo puedes trabajar, -añadí yo- porque depende exclusivamente de ti. Nadie te lo puede quitar.

Fascinante la Vida…

Bien, Javier… ¿Comprendes ahora por qué quedé tan sobrecogida cuando leí tu comentario?

Iba yo cargada de todas las cosas que el taller de la Asociación Víktor Frankl me había hecho sentir, pensar, reflexionar… Más todo lo que había investigado sobre él en Internet, cuando al día siguiente, viendo que tengo un comentario tuyo, me lanzo ansiosa y feliz a leerlo -como siempre que recibo tus palabras- y me encuentro con tu asombrosa recomendación sobre Viktor Frankl…

:)

Flipante!!!

En fin… Ya ves. Así es la vida de generosa… De sorprendente.

¿No te parece a veces, Javier, que de tan sencillas que son las cosas dan un poco de miedo?

Vivir es simple… Debería ser una fiesta. En realidad, es tan alucinante, que todos los días deberían ser una fiesta. ¡¡¡Dios!!! Hay tantas cosas que celebrar cada día!!!! Tanto que aprender. Que sumar. Que compartir. Que disfrutar.

Me siento feliz y honrada de que pase el tiempo, y sigamos en contacto. Tú allí, en tu Australia lejana, tan lejana de tu preciosa Lima natal, y tan lejos de mí… Tan cerca en cambio, que a veces he llegado a sentir que tus palabras hacia mí no son escritas sino susurradas al oído… Que tus consejos, apreciaciones, recomendaciones, son fruto de un buen café en una hermosa terraza a la orilla del mar mientras se pone el sol…  Incluso que hasta nuestras pieles se reconocían, como si ya antes nos hubiéramos estrechado en un afectuoso abrazo…

Me alegra mucho también -y te agradezco infinitamente- que durante todos estos meses en que apenas me he conectado, y tan íntimas y personales han sido mis entradas en el blog -que se que a ti te provocan un poco de pudor-, tú te hayas mantenido ahí. A mi lado, aunque al otro lado del mundo. Firme. Constante. Brillante como el sol en su despuntar cada día, y fascinante como la luna cada noche. Fuerte. Fiel. Faro. Mi Faro de Alejandría.

Entiendo que puede llegar a ser difícil comprender qué es eso tan importante -yo diría “casi” sagrado- que nos une, cuando en realidad nunca hemos tomado un café juntos y por supuesto nuestras pieles no se han encontrado frente a frente…

A ti y a mí, Javier, por encima de todo lo que nos separa, nos unen las palabras. La palabra con memoria… La palabra que no perece. La palabra escrita.

A través de un relato, un escritor da todo lo que es. O lo que nunca será. Que al fin y al cabo es lo mismo. Se da. Y si se produce “la conexión”, un escribiente -que casi me gusta más que escritor- reconoce en el relato de otro escritor -o escribiente- una parte de sí mismo. Aquello que odia o que ama, pero que de alguna forma -y eso es lo verdaderamente importante- le hace sentir.

Tú me has hecho sentir muchas veces a través de tus relatos. He disfrutado como una niña con zapatitos nuevos con tus letras… He aprendido y me he sorprendido. Te admiro, Javier. Lo sabes. Y siempre volveré a ti y a tus “Relatos tóxicos” a por más. Porque de lo que me gusta…, -yo soy así de caprichosa y hedonista- ¡siempre quiero más!

Gracias por todo. Por ser como eres. Por escribir como escribes. Y por la visión que tienes de mí… Porque cuando yo me miro en ti, me convierto en mejor persona. Y por todo lo que de ti he aprendido, que -fíjate tú por dónde- también me convierte en mejor persona.

Un beso grande.

 

¿Ves como comentario hubiese resultado un poquito largo? Jajajaja…

Y de cualquier forma, querido, quizá no nos quede París… Pero siempre nos quedarán las tortugas incendiarias, los loros atrevidos, los bosques oscuros de claros mágicos, las mantas mullidas de retazos perdidos… Y el poder de la Palabra.

Con Amor.

 

 

Read Full Post »