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cuadro de Alex Alemany (aunque no recuerdo la página de dónde lo cogí, lo siento)

 

 

 

 Ayer fue -otra vez- el primer día de mi vida…

….

Me quedo recapacitando sobre esa frase.

Soy consciente de que a lo largo del último año, he utilizado varias veces esa expresión… El primer día de mi vida.

(Por cierto, la imagen es un cuadro del pintor valenciano Alex Alemany. Lamento no recordar la página de donde la cogí…, pero es fácil encontrarlo en la red. Me encanta.)

El primer día de mi vida.

Sí. Quizá he sido reiterativa. Pero es que -de verdad-, conforme hemos ido quemando etapas en el transcurso de la enfermedad…, son muchas las veces que he tenido la sensación, -exacta-, de que mi vida volvía a comenzar de nuevo. Como si fuera un poco “borrón y cuenta nueva”. Como si estuviéramos torciendo un pelín el hilo de la historia y cambiándola… Bueno, lo de pelín no es del todo exacto… Yo podría estar muerta ahora, y estoy viva. Para muchas personas eso será un pelín, pero para mí resulta un poco más decisivo… Estar o no estar. Casi como Hamlet… :) Jajaja…

Bien. Pues ayer fue otra vez el primer día de mi vida…, porque acudimos a la primera revisión después de finalizar todo el tratamiento.

Volver a la cafetería donde siempre desayunábamos los días de quimio, a la consulta de Oncología, incluso los alrededores del Hospital… Nos removió muchas cosas a Alva y a mí. Y aunque no lo creáis…, todas fueron buenas. Parecíamos dos tontos con la sonrisa puesta desde primera hora de la mañana… Todo nos daba buen rollo. Todo nos transmitía mensajes de esperanza…, de vida. Y como siempre nos envolvía esa sensación de infinita gratitud…

Gracias. Gracias. Gracias.

Gracias por esta nueva oportunidad.

La visita con el doctor Carañana, mi magnífico oncólogo, y su enfermera, la maravillosa Luisa, fue, una vez más, una fiesta de alegrías, risas y cariño. ¡Dios, no se puede ser más afortunada!!!

Todo está bien. Bueno, las transaminasas un poco altas. Pero poco. Y eso se debe principalmente al sobrepeso y al tratamiento de quimio, que las sube. Pero cuando adelgace y vaya pasando el tiempo, se normalizarán, porque además ésa está siendo la tendencia ahora mismo.

Lo que pasa es que como este cáncer hace metástasis en el hígado, no lo pueden descuidar. Aunque Carañana está convencido de que no tiene nada que ver con el cáncer directamente. No obstante, para curarse en salud, las controlará de cerca, y para septiembre me ha mandado otra ecografía abdominal.

Por lo demás, el pecho bien. Los marcadores tumorales bien. La mamografía bien -aunque claro…, de eso ya tuvimos un susto-. La analítica bien.

Todo bien.

Alva y yo no cabíamos en nosotros mismos… Bien :)

de autor desconocido

de autor desconocido

Y por fin pude darle un abrazo a Carañana, -que es un médico maravilloso, pero poco dado a gestos cariñosos-, que… ¡Dios!!!!!! Cómo me sentó!!!! Jajaja!!! Cómo lo disfruté!!!! En la gloria estuve durante unos inacabables segundos… Pensé que sería breve por cómo es Carañana, pero gracias al cielo entró al trapo y nos dimos un abrazo largo y cálido…, de los que a mí me gustan. A ver, no estuvimos diez minutos abrazándonos!!! Jajaja… Pero pude sentir que estaba contento, y aunque un poco sorprendido, e incluso un pelín “no del todo cómodo”, correspondió el abrazo y me hizo sentir todo el calor, la confianza y el cariño que siempre he sentido, estando como paciente en sus manos. MIL GRACIAS, DOCTOR CARAÑANA.

En cuanto a Luisa… El abrazo fue más largo y más efusivo, pero es que Luisa es un encanto… Siempre me llama “princesa”… :)  Me mira con cariño y entusiasmo, y siempre me habla de que ya ha pasado todo y de lo bien que lo he llevado… La adoro!!!

Fue MARAVILLOSO. Me hacen sentir como si estuviera en “casa” :)  No se les puede pedir más.

Salí dando botes de la consulta. No es una metáfora. Dando saltos de verdad. Como un muelle… :)  Bailoteando. Sin poder dejar de reír, ni soltar a Álvaro… Abrazándonos. Besándonos. ¡Tan felices!

Subidóoooooooooooon!!!!

Y encima, la próxima visita la tenemos para septiembre… Concretamente, el 12 de septiembre. Mmm… Cumpleaños de Alva. Dice que le haré el regalo perfecto…, todo buenas noticias… Eso espero… :)

No voy a aburriros más con los pormenores… Los problemas que aún tengo, los efectos secundarios que arrastro…, el dolor. Sólo decir que según Carañana todo entra dentro de “lo normal”, y con eso me basta. Si todo es normal, todo está bien.

Carañana insiste en que todo lo que se ha hecho y se está haciendo es “preventivo”. A Alva se le llena la cara de sonrisas cada vez que oye esa palabra… Preventivo. Claro, es que significa muchas cosas buenas. Hemos tenido mucha suerte…

De modo que intentaré dejar el miedo a un lado, del todo -todo lo que pueda- y trataré de vivir MI NUEVA VIDA todo lo intensa y felizmente que pueda… ¡Eso sí! Dando las gracias todos y cada uno de los días en que me reincorpore al mundo.

Hay que ser consciente de las cosas… No olvidar.

Como decía en mi anterior blog…

“Si no eres consciente de que está pasando…, no está pasando”

Y yo no quiero que me pase eso…

Las cosas no pueden pasar por ti como de puntillas. Hay que ser consciente de lo que te ocurre y obrar en consecuencia… Parece una perogrullada, pero no lo es

Hay que ser consciente…, hasta de las cosas pequeñitas que tienes la suerte de que te sucedan…

Que un desconocido te sonría por la calle. Cómo el sol entra por tu ventana y cae graciosamente sobre tu mundo. Iluminando tu vida. Que mamá te traiga un pan de semillas que no le has pedido, porque lo vio y pensó en ti. Que un amigo quiera tomarse un te contigo. Que tu sobri te haga reír con un chiste que tú le contaste cuando era pequeño. La ilusión por merendar con Alva cuando llega a casa por las tardes. Un mail desde Méjico. Uno de los mil SMS de Helen. Una increíble «coincidencia» en sobrenatural sintonía con Australia… :)   Recibir noticias espectaculares sobre la salud de un amigo, desde el gélido invierno leonés… Un vídeo de música heavy en un comentario en tu blog. En realidad…, todos los mensajes de cariño en el blog, de mi «dear teacher» Carmen, de Rafa «y todos sus amigos», de «Afortunada» y «Miniafortunada», de Rubén, de la sonrisa de Yoli, de Helen, de Marco, de Javi y Mario, de Javier, de Garci, de Sorprendido, de Lupinete, de Carlos, de Sonia, de Soy yo… («Sorry» si me olvido de alguien…) La sensación de bienestar pletórico al mandar un nuevo relato a un concurso. La música que te da la vida….

de autor desconocido

de autor desconocido

Y si hay que ser consciente de las pequeñas, porque sería una pena no concederles el valor y la dimensión que tienen…, no te quiero decir las grandes…

Como que una amiga te invite un par de días a un spa en un hotel precioso… (Mil gracias, Solve!!! No sabes cómo lo pasé… Bueno, sí lo sabes…, jajaja!) Que tus papás, pese a los años, aún estén sanos y sigan cuidando de ti… Tener una familia (la de Alva, que es mi familia…) en la que te sientes completamente querida, como si en realidad fuera su sangre la que corre por tus venas… Vivir y compartir cada día con el amor de tu vida…

Muchas más cosas y…

Y pasar un cáncer.

Sí. Pasar un cáncer no puede ser algo que “sencillamente pase”… Tiene que hacerte reflexionar… Tiene que darte una perspectiva real de tu mundo…, y ayudarte a comprender… A vivir mejor.

No sé si estoy haciendo las cosas bien. Me gustaría pensar que sí. Con esa intención las hago al menos, pero…, uno no termina nunca de conocerse… Y menos de “saberse”…

Sigo luchando. Lo hago cada día… No siempre es fácil. Pero es la única forma de hacer las cosas, que conozco. Y me equivoco, cada día también. Seguro. Y me entristezco… Me avergüenzo… Me agoto… Pero al día siguiente vuelvo a levantarme con la sonrisa en la boca. El corazón de par en par. Las ganas a flor de piel. Sí. Sigo luchando.

Después de todo… Sólo necesito tiempo. ¡El resto ya lo pongo yo! Y la vida, por el momento, parece seguir dispuesta a ofrecerme un poco más de tiempo… Sólo puedo pagarle con un día más de lucha. Un día más.

Ahí estamos!!! A «muete»!!! Como si no hubiera un mañana!!!

No olvides vivir siempre como si hoy fuera… ¡el primer día de tu vida!

O el último…!

Mmmm….

de "biomanantial.com"

de «biomanantial.com»

Y aunque Alva y yo no celebramos el día de hoy, -porque la misma noche que nos conocimos ya hablamos de que ambos no creíamos en estas fiestas orquestadas…-, quiero desearle lo mejor y una noche fantástica a todos aquellos que libremente estén celebrando el amor hoy… Después de todo, cualquier momento es bueno para exaltar y consagrar el amor… Y que vivan los corazones rojos, y los rosas. Y los bombones. Y los ramos de flores. Las tarjetas cursis. Las canciones lentas. ¡Sade, por Dios!!! Las cenas románticas… Y el sexo, claro!!! Jajaja…

Y…, ¿por qué no? Cualquier cosa que nos haga felices…, vale  :)

Nosotros… ¡¡¡Nosotros lo celebraremos mañana!!! Jajaja…

Todo mi cariño, mi infinita gratitud por seguir ahí, y…

Como no podría ser de otra forma…

Con amor

 

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mía, claro  ;) 

 

 

 

 

Hoy es 28 de enero.

El día del Amor.

El Corte Inglés no tiene ni idea, y la publicidad no se hace eco en los anuncios de televisión… Pero, claro, es que ellos no se enteran de nada…

Hoy. Hoy 28 de enero, es el verdadero día del Amor.

Hoy hace 24 años, yo, con mis 23 añitos recién cumplidos, estaba ingresada en el Centro de Rehabilitación de Levante, recién operada de hallux valgus…

Esta soy yo en la terraza del hospital, uno de los siete días que estuve hospitalizada. Con el camisón, y encima la cazadora vaquera de mi hermano, que me dejó para salir a respirar un poco de aire. Quizá fue exactamente ese día el que conocí a Alva… :)

Era sábado. Alrededor de las seis de la tarde. Mi mami y yo veíamos “Espartaco” de Kirk Douglas y Jeanne Simmons, en la tele, cuando se abrió la puerta de la habitación… Hubo una perturbación en la Fuerza, -¡lo juro!-, y entró Él.

Completamente vestido de negro, pantalones de cuero, suéter de cuello cisne. Una melena larguísima de rizos negros, y unas gafitas de montura dorada y redonda… Impresionante.

Álvaro acababa de entrar en mi vida. Nos enamoramos al instante. Con la primera mirada…

Mi madre me dijo, en voz bajita, mientras me apretaba la mano:

– Nena…, ¿has visto el chico que acaba de entrar?

Asentí con una sonrisita nerviosa. Un poco tonta. Traviesa.

Podría haberle dicho:

Sí, mamá. Lo he visto. Y voy a cuidarlo y amarlo siempre. Y sé que él va a hacer lo mismo conmigo. Vamos a reírnos juntos, ¡mucho!, toda la vida… Yo lo cuidaré amorosamente cuando él tenga cáncer, y él hará lo mismo cuando lo tenga yo. Querremos casarnos a los tres meses de conocernos, pero por problemas “técnicos” no podrá ser…, aunque eso no evitará que antes del año ya estemos viviendo juntos…, porque realmente sé que no podremos sobrevivir separados demasiado tiempo…

Podría haberle dicho todo eso, que aunque no lo sabía, estoy convencida de que -de alguna forma-, algo intuí… Pero sólo sonreí. El milagro acababa de inventarse…

Estuvimos juntos desde las seis de la tarde, a las seis y pico de la mañana. Él venía para ver a su futura cuñadita -mi querida compañera de habitación, María, que más tarde se casó con Carlos, el hermano de Álvaro- un par de horas, pero al final avisó a los amigos con los que había quedado para cenar, y no fue. Se quedó conmigo. A mi lado. Muy a mi lado. Sin poder dejar de mirarnos.

Después de cenar nos subimos a la sexta planta, la sala de recreo del hospital, que poco a poco se quedó vacía… Ahí charlamos durante horas, mientras nos conocíamos y nos fascinábamos el uno al otro… Más tarde, ya de madrugada, y a pesar de hacer un frío increíble, salimos a la terraza, -en el sexto piso, en medio de la nada-, y mientras contemplábamos abrazados la hermosa Luna de Terciopelo Rojo…, nos juramos Amor Eterno.

Fue así de sencillo. De alucinante. De fácil.

Amor Eterno.

Qué osados! Jajaja…

Y sólo han pasado 24 años desde aquel sábado 28 de enero de 1989.

mía también :)A veces tengo la sensación de que ha sido un suspiro… Cuando lo miro atentamente mientras está entretenido haciendo algo…, corregir exámenes, leer… Me meto en los poros de su piel y ruego por poder quedarme allí a vivir…, en su piel. Y parece que acabamos de conocernos. ¡Tan intensa es la sensación!

Como en esta imagen, unos meses después de conocernos…

Pero si echo la vista atrás no puedo dejar de reconocer que son muchas, ¡muchas!, las cosas que hemos vivido… ¡MUCHAS! Una vida entera. Fascinante. Tranquila a veces y caótica otras. Hemos disfrutado mucho. Hemos sufrido también…, ¡claro! Pero siempre poniendo lo mejor de nosotros… La mejor de nuestras intenciones. Nuestra mejor sonrisa.

Y sé que, sobre todo a Alva, no siempre le ha resultado fácil. Quizá por eso tenga más mérito.

Quizá por eso…, aún lo amo más.

Amar no se elige.

Estaría bien que fuera así, que se pudiera elegir. Pero qué va. No se elige.

Uno puede elegir qué estudiará de mayor. La ropa que se pone para ir a trabajar. Incluso a algún amigo se puede elegir… Aunque lo cierto es que la vida, las circunstancias, y el ir y devenir de los acontecimientos van llevándonos de aquí para allá…

Pero con mucho trabajo y una férrea voluntad, uno puede elegir muchas cosas en su vida… El trabajo, si tendrá hijos o no, incluso con quién se casará y formará una familia… Pero eso puede no tener que ver con a quién se ama…

Porque de si algo estoy convencida en esta vida, es de que no podemos elegir de quién nos enamoramos. Insisto, con quién compartimos nuestra vida, e incluso a quién la atamos para siempre a través de un papel, sí. Pero el amor es otra cosa.

Amar es irremediable. Uno no puede borrarse, “desapuntarse” o echarse atrás.

Ni todo lo contrario. Uno no puede elegir amar a ese entrañable amigo al que queremos con todas nuestras fuerzas, que acaba de confesarnos que nos ama profundamente y con quien sabemos que probablemente seríamos felices -y que además es guapo y riquísimo-… No. No se puede inventar el amor. No puede sacarse de donde no lo hay. Se puede fingir que sí, pero siempre será una verdad a medias, una postura…

Amar es otra cosa.

Amar es más fuerte que nosotros mismos.

Amar es la quintaesencia de la generosidad, el respeto y la felicidad.

Y amar no siempre es fácil. Muchas veces duele. Y estoy hablando en el mejor de los casos… Un caso rarísimo… Que te enamores justo de quien se ha enamorado de ti… Uuuuaaaauuuuuuu…. Eso es el rizo de los rizos, el colmo de los colmos, la gota que colma el vaso… El único milagro que existe y “es” de verdad, sin ninguna prueba empírica.

de "freehqimage.com"La música del amor.

Y aunque amar, por definición, nos hace felices todos los días de nuestra vida, porque sólo estar cerca del ser amado es suficiente para que tengamos un motivo de dicha…, no siempre uno es feliz con aquel a quien ama… No todos los momentos de todos los días, me refiero.

Porque somos personas independientes con una fuerza personal e instransferible, increíble, y un bagaje detrás de nosotros…

Y, ¡piénsalo! Si ni con nosotros mismos, que se supone que es a quien más conocemos -por lo tanto con quien más comprensivos y condescendientes deberíamos llegar a poder ser- estamos siempre de acuerdo ni nos sentimos a gusto… ¿Cómo podría ser así con otra persona?

No. Amar no te da la seguridad de que todo irá sobre ruedas… Habrá desencuentros, enfados, dolor… Porque también herimos -en el mejor de los casos, sin querer- a quien mucho amamos…

Además… Por desgracia… Amar no siempre es suficiente. ¿No has tenido nunca que dejar a alguien, a pesar de amarlo/a apasionadamente, esgrimiendo precisamente ese argumento? Amar no es suficiente… ¿Alguien a quien amabas ciegamente, pero que te hacía daño? ¿Alguien que sacaba lo peor de ti, que te convertía en alguien que no te gustaba? ¿Alguien que estabas seguro que, por desgracia, no te convenía porque a pesar de amarlo locamente no te gustaba, o había algo en su forma de ser, su carácter o su historia, con lo que tu esencia no podría estar de acuerdo nunca?

No. Amar, a veces, no es suficiente. Y en muchas ocasiones no es fácil.

No es mi caso. Gracias al cielo.

Y eso que yo he amado mucho.

Es cierto.

Mucho. Y a varias personas, me refiero.

Eso va en el carácter, en la forma de ser de las personas.

Imagino que existen personas que sólo se enamoran una vez en la vida. Y que incluso existen también las que no lo hacen nunca. Aunque sinceramente…, espero que sean las menos… Qué triste. No puedo imaginarme vivir sin amar…

Yo sí he amado mucho. Mucho y a varias personas a lo largo de mi vida. Y a dos personas a la vez también. Mucho. Y me alegro. Cada día me alegro más de mi capacidad de amar. De enamorarme también.

Doy las gracias a la Vida por todas las personas que ha puesto en mi camino, y que me han ido conformando hasta convertirme en quien soy. Soy un poco de cada una de ellas…, y me siento feliz y orgullosa.

¡Oh, sí! He sido rematadamente feliz…

de autor desconocidoCuando conocí a Álvaro, -¡quizá no lo creas!- pero supe que era Él. Y después de sentirme increíblemente feliz…, me enfadé un poco. Jajaja… ¡Caramba! Sólo tenía 23 añitos… Aún me quedaban muchas flores por las que revolotear… Y fui pertinazmente consciente de que Álvaro era Él. Ese príncipe azul del que todo el mundo hablaba… Mi príncipe. Mi querido Geofrey de Peyrac.

Pero para que hoy haga 24 años del día que nos juramos amor eterno, han tenido que ocurrir otras muchas cosas, además del hecho de enamorarme locamente de él. Y él locamente de mí. ¡Ah! El milagro… :)

Alva y yo nunca nos hemos insultado. Nunca. Bueno, en broma sí… Y…, en otras circunstancias…, también ;) Pero siempre porque era divertido. Nunca en serio, nunca en una discusión. Yo necesito, por encima de todo, respetar. Y que me respeten. Creo que perderse el respeto es un mal sendero que nunca lleva a nada bueno en el amor… Y mucho menos en una relación. En la convivencia.

Yo respeto a Álvaro. Y me siento respetada por él. Para mí es algo primordial en una relación.

Y lo admiro… ¡Dios! ¡Cómo lo admiro! Admiro su buen corazón. Es una buena persona. Una gran persona… Yo no creo que pudiera vivir con alguien a quien no considerara una gran persona.

Sí. Para mí es imprescindible respetar y admirar a quien amo. Así creo que hemos llegado hasta hoy…

Y era difícil, no creas. Que se diera todo, me refiero. Y que a la vez se diera exactamente por parte del otro también… Que Alva me respete, me admire y me ame… Uf! Cuanto más lo pienso, más me sorprende. Sí era difícil, sí. Muy difícil.

Pero ocurrió…

Y sigue ocurriendo hoy, 24 años después.

24 alucinantes años después.

Y yo sigo enamorándome…, todos los días. De Alva.

De su magia. De su fuerza. De su gracia. De su coraje. De su capacidad de lucha. De su capacidad para hacerme reír. Para hacerme Feliz.

Pero no sólo me enamoro de él… Me enamoro de casi todo lo que me ocurre. De todo lo que me rodea y me roza…

De la visión de Orión, entrada la madrugada. De un poema. De un gesto de alguien que acabo de conocer. De un desconocido que en el autobús me subyuga con la sonrisa que le dedica a alguien cercano…, que tal vez es su pareja…, que tal vez no conoce… Me enamoro de la música. De una canción. Del estribillo de una canción. De la nota con que acaba -o empieza- una canción. Me enamoro de cómo el viento agita el eucalipto que veo a través de mi ventana, mientras escribo, y que me hace sentir fuerte y segura, y frágil y vulnerable a la vez. Y me enamoro de cómo un amigo me abraza. De cómo una amiga me dice que me quiere. Me enamoro del sol, de la luna y las estrellas. ¡Da igual que suene cursi! ¡Es cierto!!! Y soy una enamorada de la lluvia… ¡Ojalá lloviera siempre!!!

Nunca se ama lo suficiente.

Me enamoro de lo que leo. Y amo apasionadamente lo que escribo mientras lo escribo… Luego ya…, no tanto.

Me enamoro de la risa de mi madre cada vez que la oigo reír. E incluso cuando no está, y recuerdo cómo es su risa…

Y me enamoro de la sonrisa de mi padre que sabe decirme como nadie -con ella- que todo va bien…, que está satisfecho de mí. Que me quiere.

Me enamoro de todos aquellos que una vez amé. Y también de todos aquellos que una vez me amaron.

Estoy enamorándome constantemente porque no sé vivir si no es enamorada…

Y a veces sufro. A veces lloro. A veces me asusto.

Pero nunca tanto como cuando dejé de amarlo todo. Y anduve muerta en vida…

Ya pasó.

No. Yo he nacido para amar. Lo sé. Lo siento. No sé vivir si no es amando… ¡Y siempre hay tantas cosas y tantas personas que amar!

Y la vida tuvo a bien ponerme en el camino el más maravilloso de los seres…  Ése que es tan fácil amar…, que a veces ni me doy cuenta…, Y va pasando el tiempo…, y ya son 24 añitos…

Esta noche cenaremos juntitos… Nos daremos dos tonterías de regalitos… Y nos reiremos mucho. Lo sé.

Y la vida volverá a concederme el regalo de la paz… Esa paz que para mí es conciliar el sueño a tu lado. Porque así, además, tengo asegurado el dormirme con la sonrisa en los labios… Lo que hará sin duda, que al día siguiente, me despierte sonriendo… Y no hay nada con más poder en el mundo… :)

Como este beso, en mayo de 1989, cuatro meses después de conocernos… 

nosotros!!!  :)GRACIAS POR TODO, amor.

Gracias por la Vida.

Gracias por intentarlo siempre una vez más, sólo por mí. Gracias por comerte lo que no me gusta. Gracias por aficionarte a “las basurillas”, también sólo por mí. Gracias por perfumarte con la colonia que me gusta a mí. Gracias por ser mi “manager”, por todo el trabajo que haces cuando no tienes ni tiempo; gracias por el esfuerzo, por los madrugones… Gracias por la risa. Por no cerrar la puerta de la cocina mientras cocinas… Gracias por todo el amor que pones en cada una de tus ricas comiditas… Gracias también por beberte el vino que a mí no me gusta… Gracias por curarme, ¡mi valiente enfermero! Gracias por no confundir –ni una vez más!- el alcohol con el agua oxigenada… Jajaja… Gracias por el chiste de Mariano. Gracias por el “cebollita”, “ibuprofeno”, “señorita nuez moscada”, “bicho”, “bichito”, «sargento Reapley», “luciérnaga encendida” y los millones de apelativos cariñosos que sólo tú podrías inventar para mí…, y que me hacen sentir única en el Universo. Gracias porque tus besos son nuevos cada vez y siempre apasionados. Además de los dulces. Gracias por los baños. Por el agua caliente. Por la sal. Por la espuma. Gracias por las explicaciones sobre límites, funciones y derivadas. Gracias por el reiki. Por la Navidad. Por las caricias de algodón de azúcar. Por la cayena en los macarrones. Por la mantita. Por la risa otra vez. Gracias por creer en mí cuando a mí se me olvida. Por cuidarme siempre. Por quererme. Siempre.

Y por el silencio. Gracias por el Eterno Silencio.

Y por todo lo que aún nos queda por Vivir…

Feliz “niversario”!!!!

Te amo.

….

…..

Y a ti que has aguantado paciente y estoicamente, este “pastelón” de entrada, también te doy las gracias… :)

Y te deseo… el amor.

 

Con amor, pues.

 

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De cumpleaños… :)

de "pelandobananas.com" 

 

  

Ya ha llegado la nieve…

¿La ves?

Espera un poco, a veces tarda en aparecer…

¿Ya?

Son esos pequeños puntitos blancos, -que simulan ser copos de nieve-, que aparecen por la parte superior de la pantalla, se deslizan sobre ella y te siguen por donde te mueves. A veces, hasta obedecen y puedes hacerlos danzar al ritmo que tú quieras con el puntero del ratón. ¡Es genial!

Creo que ralentiza un poco la página, y muchas veces da problemas técnicos, pero…, nada es perfecto y… ¡Es tan linda!

No sé. Lo mismo a quien viva donde siempre está nevando, le trae sin cuidado o incluso le toca un poco las narices. Lo siento en esos casos. Pero a mí me encanta. Será porque como aquí no la vemos ni en pintura…

Y a pesar de eso… Mmmm… Huele tanto a Navidad… :)

Y a cumpleaños!!!

Sí!!!!

Hoy es 18 de diciembre.

Mi “funfle”.

Bien!!! Llegamos.

Llegué a mi cumpleaños.

Aquí estamos.

El año pasado por estas fechas las cosas ya estaban chungas… No ha sido un año fácil. Pero he de confesar que ha sido…, fascinante. Una experiencia increíble… Vivir.

Me siento tan viva, tan fascinada por la vida, tan agradecida y tan afortunada, que a veces me pregunto si no será pecado ser tan feliz.

Hoy no toca luna llena. Hoy hasta la luna parece conjurada y exhibe su mejor sonrisa… Hace un rato nos vigilaba desde el firmamento…, la versión más bruñida del gato de Cheshire… :)

Así voy a cumplir años hoy… Sonriendo. A 47 sonrisas por minuto… :)

Llevo un rato tratando de expresar cómo me siento… Y no consigo dar con las palabras que me expliquen… Estoy completamente bloqueada… :)  Creo que por primera vez…, me he quedado sin de autor desconocido palabras. La felicidad me ha dejado sin palabras. (¿Sin palabras? No puede ser!!! Jajaja…)

Y creo también…, que por una vez…, no me importa no escribir… Voy a sentarme tranquilamente junto al borde del precipicio y a observar con atención todo lo que me rodea… Voy a, sencillamente, disfrutar de lo bien que me siento…

Tengo una entrada que he ido escribiendo, a poquitos, estos últimos días. Sí, creo que voy a publicarla… Hago alguna recomendación interesante que me gustaría compartir contigo. La uniré a este texto y ahora me dedicaré a… Vivir.

A disfrutar. A dar las gracias (todos los ratos, jajaja).

LA VIDA ES MARAVILLOSA.

Disfruta, por favor, ¡disfruta! No te rindas, no te aburras, no te vendas, no te entregues. No cedas un ápice de ilusión, voluntad y ganas. Y no olvides la intención. Ni la atención.

Ama hasta que te desgastes. Hasta agotarte. Hasta desfallecer. Déjate la piel en cada intento…, no hay mejor sitio donde dejarse la piel. Mmmm… La piel.

Que cuando el final del día te sorprenda y la noche te rodee, te halle exhausto de amar, de tocar, de reír, de besar… De gozar.

Y quizá así, algún día, cuando el final nos sorprenda, no importe tanto que vayamos a morir, sino todo lo que hemos vivido… ;)

¿Y qué mejor momento para Vivir que ahora?

Ahora que las luces de colores parpadean colgadas de todas partes… Ahora que la Navidad llama a nuestra puerta…

La Navidad… ¡Ey! Que está a la vuelta de la esquina… Ya se le ve una orejita… Ya está asomando la patita por debajo de la puerta… Jajaja…

La Navidad.

Antes que nada quiero pediros que recordéis que es tiempo de paz. De Alegría. Ya, ya sé que las cosas no están para echar cohetes… Ta’ chungo el tema. Lo sé. Yo también estoy resintiéndome. Económicamente, me refiero. Pero, como ya hemos dicho muchas veces, TODO se trata de La Actitud. La actitud con que decidas tomarte las cosas. La manera en que te dispongas a emprender las dificultades, la perspectiva bajo la que determines mirar a tu alrededor.

de autor desconocidoY eso… ¡¡¡Eso!!! Marcará la diferencia.

Y una vez marcada…, te resultará más fácil encontrar el tesoro… ;)

Que este año no puedas gastarte el mismo dinero que el año pasado en comida, caprichos o regalos para los demás, no tiene que significar obligatoriamente que andes llorando por los rincones, maldiciendo la economía y el patético gobierno, cagándote en “tó lo que se mueve”, y agriando por lo tanto, -con tu actitud-, el carácter y la ilusión de todos aquellos que te rodean.

Que sí. Que si estas Navidades no hay para más… ¡Pues no hay para más! Y aunque creas que la Vida es injusta -que créeme, lo es, pero no sólo por esto que está pasándote ahora ti, sino por otras muchas cosas-, refugiarte y hacerte fuerte en el rencor, la tristeza y la amargura, no cambiará físicamente la realidad.

La realidad, querido, es la que es. No hay más.

Pero ya sé que sabes que lo que sí puedes cambiar es tu actitud con respecto a esa realidad.

¡ESPABILA!!!

TU DECIDES CÓMO TOMARTE LAS COSAS.

Para empezar, sonríe. Ya sabes. Ese gesto fácil y barato, capaz de cambiar el mundo. No es lo mismo estar rodeado de caras que sonríen, que de caretos agrios y malhumorados. Taciturnos y antipáticos. ¿A que no?

Pues comienza por sonreír tú!!! Es mucho más fácil que los demás te sonrían si tú lo haces… Haz la prueba. ¡No cuesta nada! Las sonrisas son gratis!!!

Además, recuerda que ahora llega esa maravillosa época del año en que puedes entrar y salir de los sitios, tanto públicos como privados, deseando los mejores deseos a todo el que quiera escucharte… Y al que no también. Igual con tu gesto amable le cambias la perspectiva… :)

Vas a por el pan: Dos barras de cuarto. Gracias. ¡Ah! ¡Y feliz Navidad!

Entras a la verdulería a por la calabaza para la crema de la cena: Sí, por favor, una calabaza. Un kilo de cebollas. Dos de patatas… Muchas gracias. ¡Ah! ¡Y feliz Navidad!

Te subes al vagón del tren: Buenos días… ¡Ah! ¡Y feliz Navidad a todos!

de fapar orgUuuaaaahhhhhh!!!! (Aclaro: Eso pretende ser un grito de alegría)

Estoy que me salgo de feliz…

Después de pasar casi un año sufriendo, -físicamente-, las consecuencias del cáncer…, creo que ahora ha llegado el momento… de disfrutar, -anímicamente-, las consecuencias del cáncer.

En serio.

Imagino que además de todo lo que ya he contado mil veces, sobre lo que físicamente tener un cáncer le supone al cuerpo, algo -además- debe haber tocado mi cerebro, o quizá mi alma -esté donde esté-, no lo sé, que a pesar de tener un montón de problemas encima, serios problemas, y una tristeza increíble por haber perdido en vida una de las personas que más he querido nunca…, no puedo estar más feliz, más ilusionada y más dispuesta a Vivir.

¡Tiene que ser el cáncer!

Estoy sorprendidísima. Sinceramente. No pensé que ocurriría. Estaba convencida de que ya sabía “todo” lo que hay que saber sobre la ilusión de vivir, las ganas, la energía… Pero algo está ocurriendo dentro de mí, que me tiene revolucionada.

No sé… Es como que algo se hubiera despertado en mi interior, que me tiene sonriendo todo el día… ¡En serio! A veces me digo: ¡Bea, hija, reacciona! Vaya cara de pánfila. Con la que está cayendo y tú ahí, sin piedad, siendo feliz a manos llenas. No tienes vergüenza!!! Jajajaja…

Y es verdad… No la tengo.

¡Ni la quiero!

Y es que no tengo tiempo…

de autor desconocidoNo tengo tiempo para ponerme triste. Para recrearme en el rencor. Para enfadarme con todo lo que se menea. Para los reproches, -y eso que tengo un buen montón para hacer-. Para la autocompasión. Para dejarme llevar por el espíritu derrotista…

No.

No quiero.

Quiero seguir como estoy…, aunque parezca que no toca. Quiero seguir sintiéndome feliz… Aunque parezca difícil. Pero es que además…, ser feliz cuando todo va bien no tiene mérito, ¿no? Jajajaja… Lo que verdaderamente se lleva la palma es ser feliz no “por”, sino “a pesar de”… Y créeme…, yo ahora tengo una larga lista de “a pesares de…”

Pero no voy a permitir que eso dé al traste con lo feliz que me siento!!!!

Me niego!!!!

Ahora mismo vivo en la profunda creencia de que se puede ser feliz. Y voy a luchar con amor y espada por demostrar mi teoría…

Y ahora voy a pasar al capítulo de saludos, recomendaciones y envío de sonrisas personales…

Primero que nada, y puesto que antes hablaba de sonrisas, quiero hacer un envío urgente de ellas, -y mandarle de paso  un saludo emocionado y terriblemente cálido, un abracito, pero de verdad, tierno, blandito y cargado de toda la fuerza del mundo…-, a una de las sonrisas más bonitas que he visto en mi vida… Y hablo en serio.

Esa sonrisa pertenece a Yoli. Una jovencita que conocí en la sala de Quimioterapia del Hospital Arnau de Vilanova hace meses, y desde el mismo momento en que la vi, antes siquiera de conocerla, quedé completamente enamorada de su sonrisa… Enseguida llamé la atención de Alva, discretamente, para de autor desconocidoque la mirara…, para que no se perdiera la alegría de mirar una chica tan guapa…, con una cara tan dulce, que emanaba alegría y buen rollo a su alrededor como si llevará puesta la más brillante de las auras naranjas…, y con una de las sonrisas más bonitas que he visto nunca… :)

Sé que me lee…, vamos, de vez en cuando lo hace… Y quiero desde aquí enviarle todo mi amor, porque las cosas no le están resultando fáciles… Pero es tan fuerte, tan positiva, tan bonita por dentro (amén de por fuera, y lo digo totalmente en serio, ¡es guapísima! Pero guapa de verdad…), que da gusto verla incluso en sus peores momentos… :)  Y gracias a esa fuerza y ese encanto con el que tan poquitas personas están bendecidas, saldrá adelante… Ya lo está haciendo… Además es una de esas personas que goza la vida cada día. Tiene la mejor de las actitudes, y es un espejo maravilloso donde mirarse. Donde aprender.

Todo mi amor contigo, Yoli. Estoy convencida, como tú, de que poco a poco todo irá saliendo… Ya verás. ¡Tú puedes!

Y quiero darte las gracias por todo el bien que me hiciste, sólo con conocerte. Por todos los días que alimentaste mis fuerzas con tu fe en la vida…, a través de tu bellísima sonrisa. Te mereces TODO LO MEJOR…

Te quiero, solete. Sí, te quiero… :)

Quiero hacer otro envío urgente de sonrisas…, a alguien que no me lee, que ni siquiera me conoce… Es Montse, la hermana de Felipe. La verdad es que no sé siquiera si me lee Felipe… Pero…, ¡nunca se sabe! A lo mejor la magia sucede y le llegan mis sonrisas…, el calorcito de mi voz a través de mis palabras escritas…, toda mi fuerza… Mis mejores deseos…

Toy aquí. Siempre :)

Ahora voy a atreverme a hacer una recomendación…

Quiero remitiros a un artículo que ha escrito mi amigo (mira como se me llena la boca al decir “amigo”… :) Javier Revolo, en su blog “Relatos tóxicos”.

A ver…, que no es un favor que le hago a él por “amiguismo”, ni una recomendación baladí… OS ESTOY HACIENDO EL FAVOR A VOSOTROS… Sí, a ti que me lees. Pásate por allí y léelo. Ya verás a qué me refiero.

El artículo se llama “Cortesía” y está muy relacionado con todo lo que estoy contando, pero con un tono más erudito y versado. Vamos, como escribe Javier. Como los ángeles. Y además, mucho más breve de autor desconocidoque mis eternas entradas… :(  Pero de verdad creo que es un regalo de “entrada”. Sólo le falta el lazo para ser un hermoso presente navideño… :)

Y de paso, no dejéis de concederos un  respiro disfrutando el vídeo de su última entrada que se llama “Cortesía en imágenes” , y que sigue con el tema. La canción es buenísima y el vídeo un canto a la esperanza… Muy bueno, de verdad.

Ya me diréis algo… Y a él también, espero. ¡Sed generosos! Sed generosos con los comentarios, ¡por Dios!… Es un toma y daca. El quid pro quo de los blog. El quid pro quo de la Vida. Tú lees lo que él ha escrito y a cambio le dices qué te ha parecido. ¿No te parece justo? Además, ¡va tan bien con el espíritu navideño! ¿No? ¡Pues órale!!! Que para ayer ya es tarde!!!

Eres un diez, Javier :)

Seguro que te va a encantar Mari, mi amor. No dejes de verlo.

Y quiero enviar también montones de sonrisas a mi dear teacher d’english, Carmen, para que se las traslade a su papi, que espero que siga con buen ánimo, y esa fortaleza incombustible de los de “antes de la guerra” :) Con mis mejores deseos para toda la family, guapa!

Y quiero dar las gracias a Marco…, allí, tan lejos… Por ser el primero en felicitarme…, y por esas «Mañanitas»… Qué lindo! Mil gracias, querido Amigo… :)

Y también quiero dar las gracias por ese buen montón de velas… Por el té. Por los abrazos, por las mentiras sobre lo bien que me sienta el pelo corto… ;)

Quiero máaaas!!! :)

¡¡Dios! ¡Sí! ¡Quiero más!

Quiero más velas, tés, sonrisas, abrazos, cariño, Navidades, «Mañanitas», vida… ¡Hasta mentiras! Jajaja…

GRACIAS A TODOS los que habéis estado ahí.de "freepik.es"

Sois un poco culpables de mi felicidad…

Con mis mejores deseos…

Y todo mi amor.

 

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Sí, es cáncer

 

 

 

 

 Primero, espero que todos los que leáis esto, hayáis pasado unos felices días. Cuanto menos, tranquilos… Ojalá, cada uno, pudiera haberlos pasado tal y como de verdad deseara hacerlo… Rodeado de los seres que ama.

 Eso ya sería mucho.

Porque ya sabemos que éstas son fechas en las que uno echa más de menos que nunca, a quien no tiene cerca. O a quien ya no está… Y eso es lo más triste.

Hace días que no escribo…

No sabía cómo. No sabía qué.

En cambio, han pasado muchas cosas… Algunas buenas… Mi cumpleaños, por ejemplo -aunque me parece que ya hace un siglo!-. Un par de entrañables reuniones con amigos y familia, que me han hecho muy feliz… Que Alva haya estado de vacaciones…, a mi lado. Compartir estos días con mi súpersobri Armand…

Pero han pasado también algunas no tan buenas.

Y lo siento, pero estas últimas… No es que hayan eclipsado las buenas… No es eso. Pero sí me han tenido amordazada. Se me han llevado las ganas de escribir. Me han secuestrado la voluntad de expresarme.

Y me duele… Me duele porque es mucho y muy bueno lo que me hubiese gustado compartir… A mí, a pesar de todo, aún me encantan estas fechas… Creo que la Navidad es una sensación, un estado mental… Y me hubiese gustado, mucho, escribir sobre ello y sobre todo lo contrario. Sobre el frío. Sobre el calor…  Pero me quedé sin capacidad para hacerlo.

Aún hoy, que -parece- estoy dispuesta a escribir…, todavía no sé muy bien qué decir y cómo hacerlo.

Mi intención era dejar las cosas así… No decir nada. No volver a escribir durante, -imagino que puede ser- una larga temporada… Pero algo más fuerte que yo me impide hacerlo…

Me encuentro, en cambio, en una situación delicada, pues tampoco tengo ganas de contar mucho…

No.

En realidad no quisiera tener que contar nada de lo que me está pasando…

Pero, ¿qué hago? ¿Miento entonces?

No es mi estilo. No suelo recurrir a la mentira “casi” nunca. Porque mentir me hace daño físicamente. ¡Lo digo en serio! Me salen hasta ronchas!!!

Pero este blog es muy importante para mí.

Intentaré explicar por qué:

Yo llevo escribiendo toda la vida.

Amo escribir.

No es ningún secreto que quisiera ganarme la vida escribiendo.

No. No me refiero a ser rica y famosa… Es más…, he de confesar que eso no me apetece nada. Más bien me aterroriza siquiera pensarlo. Lo que me gustaría de verdad es poder vivir -modestamente- de ello. Ése sería mi sueño.

Pero siempre me he encontrado con un gran problema. La vergüenza. El pudor. La inseguridad.

Los que me conocen de toda la vida saben que siempre he sido muy celosa de lo que escribo. No compartía más que una mínima parte, y con un número muy reducido de personas… Las más de las veces, dos. Concretamente dos.

Es una gran paradoja que alguien que quiere vivir de escribir, sea tan rematadamente inconsecuente -e imbécil-, de no querer compartir lo que escribe… Y sí, queridos. Ésa soy yo. (O era… :)

Por eso el blog ha sido tan importante para mí. Decidirme a poner en común lo que escribo, no sólo con la gente a la que pueda apreciar, sino con cualquiera que incluso por casualidad entre, ha sido un paso crucial para mí.

Algo que me ha costado mucho esfuerzo. Mucho valor. He tenido que vencer complejos, algunos prejuicios y muchos fantasmas… Cada vez.

Lo que ocurre es que aquí, siempre acabo -de alguna de las formas- hablando de mí misma. De lo que me atañe… De lo que me pasa… De lo que me duele… De lo que sueño… Yo. Otra. Todas. Ninguna.

Y ahora… En el futuro más inmediato, Todas las que soy, -me temo-, vamos a estar un poco monotemáticas…, y sobre algo, además, sobre lo que quizá no quiera hablar.

En esta tesitura me encuentro en estos momentos.

No es fácil. No es grato. No sé cómo seguir escribiendo en estos mismos instantes…

Pero sé que el blog es muy importante para mí.

Además, Alva piensa que me vendría bien escribir, justo ahora.

Y probablemente tenga razón.

Pero no creo que quiera compartir de forma tan pública, todo lo que ahora pasa por mi cabeza. Todo lo que ahora mismo bulle en mi mente… Todo lo que me atenaza el ánimo.

Es ciertamente complejo. De verdad.

Tampoco quiero que parezca que estoy jugando a las adivinanzas. A los misterios. Y desde luego, por encima de nada, que pueda parecer que me hago la interesante. Porque juro por todos los dioses, -aquéllos en los que no creo, e incluso aquéllos en los que un día creí- que nada hay más lejano a mi intención.

De modo que… ¿Cómo se dicen las cosas?

Diciéndolas.

Haciendo uso de Las Palabras.

Y vaya. Se me presupone cierta habilidad en ese terreno.

Así que…

Sí. Es cáncer.

Las primeras indagaciones se hicieron un par de semanas antes de las Navidades. Antes incluso de mi cumpleaños.

Luego, llegó la primera señal de alarma seria, el día 26 de diciembre, con la biopsia, que he de confesar que fue ciertamente dolorosa y desagradable -a pesar de la encomiable amabilidad de la doctora y la enfermera-. Pero pasó rápida. Media horita larga.

Y por fin, el día 5 de enero. Sí, antes incluso que los Reyes, llegaron las noticias…

Sí, es un tumor. Malo. Hay que quitarlo ya.

Hoy lunes he ido a las pruebas habituales antes de una operación. Analítica. Placa de tórax. Electro.

El jueves tengo cita con el anestesista.

Ingresaré la tarde del domingo 15, y entraré al quirófano el lunes 16 por la mañana.

Bien. Pues ya está dicho.

Tampoco me ha costado tanto.

¿Cómo me siento?

¿Estoy asustada?

¿Tengo miedo?

Confusa. Un poco. Imagino que lo normal. Respectivamente.

Es…, como el vértigo. Atenazante. Un poco asfixiante. Vertiginoso.

Me he pasado todas las Navidades sin tocar apenas el ordenador.

Primero por prescripción médica. La biopsia fue tan dura que me prohibieron mover el brazo derecho, -incluyendo específicamente hacer uso del ordenador-, los días posteriores a los pinchazos. ¡Ah! No he dicho que es mi pecho derecho el llamado a filas…

Y luego…, no he encontrado fuerzas. Creo que tampoco tenía muchas ganas. Además con Alva en casa, tampoco he tenido tiempo.

Aunque pudiera parecer imposible, Alva ha redoblado su cuidado habitual hacia mí. Sus atenciones. Sus mimos. No me ha dejado ni a sol ni a sombra. Ha incrementado también su número usual de bromas y “chanzas”, y creo que me he reído más en estas Navidades, de lo que me he reído los últimos seis meses. Y eso que yo me río mucho todos los días…

Reírse es bueno. Eso está bien. Seguro que le resulta beneficioso a mi cuerpo. Además de a mi alma, claro.

¿Si he llorado también?

Sí, claro.

Tres veces.

La primera, cuando salimos de la biopsia. Era una mezcla de dolor físico, mucho, mucho miedo y algo de mala espina. En el coche, de vuelta a casa. Alva me dejó llorar sin dejar de acariciarme y colmarme de palabras de amor. Y todo mientras conducía… Es un hacha mi chico!!! :)

La segunda, cuando llamaron del hospital, al día siguiente, para darnos hora para Cirugía. La mala espina se incrementó a niveles alarmantes. Tuve la certeza de que las cosas no iban a ir bien. Y me entró un miedo atroz, sólo comparable a la rabia, la impotencia… ¡Me cago en todo…!!!

Eran lágrimas de furia. No se deslizaban sobre las mejillas, más bien saltaban al precipicio desde el párpado inferior, como si les fuera la vida en ello. Con una actitud suicida… Desesperada. Duró poco. Lo que tardé en calmarme, mientras Alva, una vez más a mi lado, (DOY GRACIAS AL CIELO DE QUE TODO HAYA OCURRIDO MIENTRAS ÉL ESTABA DE VACACIONES A MI LADO….), me decía que era normal, que llorara, que me desahogara, que estaba bien…

Y la tercera nada más salir de hablar con el cirujano, cuando acababan de darnos la noticia que confirmaba todos mis temores.

Fue nada más subir al coche, y antes de ponernos en camino hacia casa. La mezcla de sentimientos era impresionante…

Miedo, claro. Sorpresa por una parte, y por otra sensación de que se confirmaba algo que tanto había temido. Confusión. Mucha confusión.

Pero sobre todo… Tenía un terror horroroso al momento de llegar a casa y tener que contárselo a mis padres. Es lo que más temía. Lo que más me preocupaba…

Sólo imaginar la cara de mis padres, -mientras se lo contábamos-, se me anegaba el alma de pena y se me derramaban los ojos… Por nada del mundo quería tener que contarles lo que no tenía otro remedio que contarles.

Durante el camino fui reponiéndome. Respirando. Tranquilizándome. Entre Alva y yo hicimos una exposición concisa y lo más suave posible del tema. Sin mentir, pero sin detenernos en los detalles más preocupantes…

Resultó bien. Imagino que reconfortados por nuestra actitud -para esos momentos ya- animada y fuerte (al menos en apariencia), se sintieron medianamente tranquilos. Eso, entre otras cosas, pretendíamos transmitirles: Tranquilidad.

Y…

Esto es lo que hay.

No quería hablar de ello. Pero sé que si no lo hago, no me atreveré a escribir nada en el blog, porque cualquier cosa que pudiera apetecerme escribir (y lo cierto es que no sé si me va a apetecer o no hacerlo…), me parecería que estoy mintiendo si no cuento algo que -verdaderamente- es tan importante para mí.

Bien. Pues ya está.

Así están las cosas.

Quiero pedir también desde aquí, disculpas a las personas a las que he dejado de responder e-mails, comentarios, pasear por sus blogs… Confío en que ahora entenderéis por qué estaba tan silenciosa…

Pero he pensado en vosotros y vosotras, y echado de menos ese contacto tan grato y reconfortante…

Una cosita. ¡Por favor! No quiero compasión… Odio la compasión. Además, a efectos prácticos, la compasión no me servirá de nada.

En cambio, si puedo… ¿Puedo pedir algo…?

Si algún pensamiento vas a tener con respecto a mí, que sea de fuerza, de energía, de alegría, de valor. El calor de la llama de una vela. El color naranja. Canciones alegres. Pensamientos positivos. ¡Por favor!

Necesito que me digan que voy a ser fuerte. Que probablemente vaya a ser duro, pero que todo pasará y que va a salir bien.

Lo que ahora necesito es cariño y energía positiva. “Buena vibra” en grandes cantidades…  :)

Y luchar, claro. Y eso prometo hacerlo. ¡¡¡Vamos que si lo prometo!!! Por la Virgen del Abrigo de Pana Verde que juro hacerlo…

No sé lo que tardaré en volver a escribir. ¡La verdad es que no tengo ni idea!!! Lo mismo no tengo ganas de volver a decir nada, que publico algo cada dos horas… Jajaja… No lo sé, la verdad.

Es todo muy complejo.

Sé que tengo que estar positiva. Fuerte. Esperanzada. Llena de energía. Y la verdad es que eso estoy haciendo. Aunque uno nunca sabe… No termina nunca uno de conocerse…

De momento me he puesto a arreglar las plantas, a limpiar la casa…, las cortinas… Sé, -porque mi amiga Solve (¡un beso, mi amor!) ya pasó por aquí y sé que la recuperación es lenta-, que no podré hacer muchas cosas con el brazo derecho durante un buen tiempo… El pobre Alva va a ir de cráneo, mi chico, e intento dejar listas para una temporadita, las cosas más duras que se me van ocurriendo…

Mientras escucho, ¡alucina!… ¡¡¡Los Pitufos!!! Jajaja… Ya. Ya sé que hubiese quedado mejor decir que estoy escuchando a mi amado Beethoven, por ejemplo… Que ya llegarán esos momentos también… Pero ahora lo que necesito es energía, marcha, alegría… Y voy plumero en mano bailando por casa mientras canto como una loca… “¡Vamos Pitufos, vamos de pitufomarchaaaaa!!!!”

Pues nada más…

Ha llegado la hora de remangarse hasta los codos y poner toda la carne en el asador…

Eso fue ayer.

Hoy ha salido un maravilloso día gris y he pasado toda la mañana, hasta el mediodía, leyendo confortablemente en la cama… Ha sido genial. (Me he acabado «La mujer de papel», que Alva me regaló el día 1 de enero, en nuestra tradición de comenzar el año regalándonos -antes de levantarnos si quiera de la cama-, un libro… :) Hacía mucho, mucho tiempo que no me tomaba una mañana de solaz leyendo en la cama, calentita, mientras veo por la ventana el cielo adquirir distintos tonos de gris… Matices imposibles planeando sobre la Calderona…

Anoche hablé con Alva sobre esta entrada…, sobre si colgarla o no…

Es todo tan complejo…

Su consejo fue diáfano y contundente. Por él, si es que quiero hacerlo, claro que debería “subirla”.

Pero, ¿por qué dudas si hacerlo o no? – me preguntó.

No sé… –contesté-, es complicado. Por una parte es como reconocerlo en voz alta. Supone asumir muchas cosas… Y…, además, no quiero poner tristes a las personas que pudieran llegar a leerme. No quiero transmitir tristeza. Llevo muy mal ser la protagonista de según qué historias…

Y ahí es donde se mosqueó un poco.

No puedes dejar de contar algo por lo que los demás vayan a sentir –me aconsejó firmemente-. Debes dejar a la gente seguir su camino, sentir lo que tenga que sentir… Todos crecemos por las cosas que nos pasan, tenemos derecho a que nos pasen cosas, y tú no puedes controlar eso. No debes.

Y ya. Ya sé que tiene razón.

No puedo controlarlo todo. Quisiera poder evitar todo el sufrimiento que en mis manos estuviera pero…, no puedo. No puedo cambiar la realidad.

De modo que…

Aquí está.

Dicho. Y publicada

Ahora justo se asoma un tímido haz de sol, como un rayito de esperanza cerniéndose sobre el mundo. Mi mundo.

Y con él yo elevo una plegaria al cielo, para hacer con ella un cúmulo de mis mejores deseos para todos este año, del que apenas llevamos consumidos 11 días, y que, seguro, va a ser un año intenso en el que -como me dijo mi querido amigo Marco- tenemos que hacer que sucedan cosas!!! Sí!!! Me parece una consigna genial, Marco!!! ¡¡¡Vamos a hacer que sucedan cosas!!! Cosas maravillosas… Gracias.  :)

Yo intentaré con todas mis fuerzas hacer bien lo que me toca… :)

Vivamos, pues, y disfrutemos cada momento.

Un beso. Y un abracito cálido, largo y sentido, para todos.

Con amor.

 

 

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La música apenas se escucha…

Quizá porque no suena en ninguna realidad.

Quizá porque sólo algunos elegidos son capaces de escucharla…

O quizá porque el compositor…, arrebatado de amor, olvidó -en uno de esos tontos despistes que tienen los enamorados-, rellenar el pentagrama. De esta forma, sólo las parejas enamoradas pueden escuchar en la piel del otro la melodía que resuena dentro, cuando -desubicados en el mundo- alguien nos halla, y dejamos de estar perdidos…

Fijaos bien. Desdibujado el mundo, -casi blanco inmaculado de tan desdibujado-, el tiempo acaba de detenerse para ellos…

Nada a su alrededor perturba la íntima felicidad que los eterniza para siempre en una instantánea para la que -en realidad- sobran las palabras…

Es la fotografía que todos quisiéramos poder guardar en nuestro álbum de recuerdos imborrables. Ese instante en que, pletóricos de dicha, se cumple la petición que no se atreven a pronunciar nuestros labios, pero que imploran todas las fibras de nuestro cuerpo…

Ojala pudiera detener el tiempo en este momento…

Este preciso momento en que él la toma por fin entre sus brazos como si hubiera nacido sólo para abrazarla.

Y ella sonríe al fin, trémula de emoción y ruborizada, como si sólo para ser abrazada por él hubiera nacido.

El mundo transcurre ajeno a sus emociones… Las bombas siguen cayendo del cielo -en alguna parte- como suaves copos de nieve en invierno. Y lejos, -en alguna otra parte-, revientan mil flores en un inmenso prado recién vestido de primavera.

Alguien muere justo en el momento en que él besa su cuello. Y nace alguien en el preciso instante en que ella quiere morirse de gusto.

Las manecillas  del reloj nunca se detienen. El mundo no deja de girar, ni el universo de expandirse. Pero ellos… Ya no viven bajo las leyes de ese tiempo y ese espacio.

Acaba de consumarse el milagro. El mismo viejo milagro de siempre. El único incorrupto milagro que es nuevo, cada vez, como si acabara de inventarse…

Al ritmo de la música que sólo los enamorados oyen, llenarán el espacio con sus torpes piruetas y sus imperfectos giros. Y será una danza que envidiarían la misma Paulova y el mismísimo Baryshnikov, si en algún universo paralelo posible, Anna y Mijaíl hubieran podido llegar a amarse sobre el escenario a golpe de “puntas” y piano…

En cada gesto que -con sus manos de tinta china- él la ciña apasionado, ella encontrará el sentido de la vida. Descubrirá de dónde venimos, a dónde vamos. Por qué. Y para qué. Y lo hará además sin que las respuestas le importen lo más mínimo. Porque sólo que él no deje de tocarla importa.

Y el perfume de su cuello inundará todos los sentidos de él mientras la besa allí donde habitan los secretos a volumen de piel, y ése será ya el único aire que necesite para vivir…, el que transparente la envuelve.

Y la música sigue sonando… ¿La escuchas?

Su movimiento entrelazado despliega colores que nunca se han visto. Que no tienen nombre porque sólo los enamorados los ven al mirarse en los ojos que los miran. Y en ese momento… Bueno. Cualquiera piensa en ponerse a describir lo que ve, por más increíble que sea. Así, hay colores que nunca nombraremos porque sólo existen mientras estamos demasiado ocupados como para describirlos…

Pero existen en el aire… Ese aire que se desplaza con la pareja, -acompañándola en su danza de risas y roces-, feliz de ser él y no otro, el aire que esté en contacto con sus cuerpos de mentira y su pasión de verdad.

Felices. Radiantes. Fiel reflejo que todos quisiéramos ver al observarnos detenidamente en un espejo… Ese entregado beso, esa expresión de júbilo desbordado… Que suene la música y se arremolinen las faldas!!! Que lo hagan al ritmo despotricado de esos corazones que laten al unísono quemándolo todo como si mañana mismo no fueran a latir más!!!

Que nos toquen, nos abracen, nos besen. Nos hagan danzar con una melodía que nadie más que nosotros escucha…

¿La oyes tú?

Que nos susurren palabras de azúcar. Que con toques de guindilla aquí y allá nos despierten los sentidos. Las ganas. Que nos coman, nos acunen. Nos reinventen.

Que nos perdonen. Nos indulten. Y nos inciten de nuevo a pecar.

Que nos tomen, nos ayuden a renacer y nos eleven al séptimo cielo. No importa la caída. Las tiritas también pueden dibujarse a mano alzada. Mejor sufrir por amor y haber amado, que no haber sido nunca protagonista silencioso de este conmovedor retrato.

Que nos den nuestro sitio en el mundo. Que nos hagan sentir queridos. Que nos juren amor eterno. Aunque mañana se acabe! Aunque no fuera cierto!!! Que somos lo que somos por lo que nosotros sentimos. No por lo que otros sienten por nosotros.

De hecho, cuentan que existen bellísimas princesas de cuentos incunables, que fueron amadas por tantos príncipes, que se agotaron las reservas de amor durante aquellas fechas… Pero ni una sola fue feliz, ¡ni una!, por más que fuera amada, si no fue ella la que amó…, -siquiera un día, siquiera un segundo-, a uno de todo aquellos que la amaron. O aquellas. ¡Qué importa!

Que nos enseñen el camino al amor. Al desprenderse de uno mismo. Al placer. Que nos hagan gritar y retorcernos como animales salvajes en celo. Y luego, después ya…, nos colmen la boca, el pelo y la piel, de risas y besos.

Que nos conviertan, siquiera por una noche, en protagonistas de nuestra propia vida. Hermosos. Despiertos. Tan vivos!!!!… Que no nos importe morir.

¿Escuchas la música?

Que puedan guardar esa foto ¡para siempre! Él arropándola con sus brazos, ella envuelta en sus besos… Locos de felicidad por un instante… Aunque luego se apaguen las luces, se haga el silencio y la fiesta se acabe eternamente.

Porque lo que nunca, ¡nunca!, dejará de sonar en sus cabezas… Es esa música que una vez los llevo a danzar… A él, siendo el guapo galán de la peli. Y a ella, la más dulce y hermosa entre las bellas del baile.

Eso nadie ha de robárselo nunca!!!

¿Escuchas tú la música?

Esa música que no se ve y que no está escrita. No…, ya sabes. Porque el compositor -enamorado- olvidó colocar en un despiste, cada notita en su preciso huequito del pentagrama. Pero que si tienes suerte, si eres afortunado… Si eres tocado por la varita mágica del Hada del Amor o ensartado por las flechas del revoltoso Cupido. O si simplemente caes rendido a los pies de quien te arrebató los sentidos. O tal vez tienes la fortuna de ser rescatado…

Y si en ese momento…, afinas el oído… Te lo juro! Escucharás esa música. Y será para siempre. Pues para siempre vive el que alguna vez ha amado.

Y amar nunca es pecado. Ni aquí. Ni en el infierno. Allí -quizá-, menos que en cualquier otro sitio. Porque amar… Es cierto que amar a veces nos condena. Pero a la vez -¡qué curioso!-, es lo que acaba, siempre, rescatándonos de nosotros mismos.

Y la oportunidad de volver a empezar -no lo olvides!- es una bendición que fue inventada, sobre todo, para los malditos.

Confiesa…

Dime…

En estos mismos instantes… Si apagas la tele. La radio. La música. Si le bajas el volumen al sonido exterior del mundo…

Dime. ¿Qué oyes?

Tú…, ahora… ¿Qué estás escuchando?

La fotografía, de autor desconocido, la descubrí una mañana en el blog THC, de un reciente amigo. Blog que, por cierto, he “linkado” en éste mi espacio, porque me parece un “raro” y atractivísimo lugar en el que perderse entre fotos, música, cuadros, recordatorios de películas, vídeos curiosos o entrañables, breves citas, hermosos textos breves…, y mucho más, durante felices horas. Os lo recomiendo encarecidamente. Aunque es un laberinto complejo…, merece la pena perderse… ;)

Gracias THC, por la foto, y por todo.

Y esta entrada, claro, va por ti. :)

La fotografía me pareció de una genialidad tan sencilla… Tan tierna. Tan dulce… Punto por punto fue dictándome este texto que…, por cierto, Alva dice que no le cuadra…

Después de discutir durante un buen rato… (Jajaja…) He ganado yo. Lo siento. (Jajaja…) Quizá Alva tenga razón… Argumenta que el texto le encanta pero que no le parece apropiado para la foto… E insisto: Quizá tenga razón… No lo sé.

Lo único que sé, es que es lo que a mí me contó la foto, -siempre visible mientras lo escribía-, y no puedo dejar de ser fiel a eso, porque sería como dejar de serme fiel a mí misma. Y eso no puedo hacerlo. Ni por Alva, por más que lo ame (y respete), ni por nadie.

Beso.

 

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Todos somos «Uno»

 

 

 

Mmm… Hace fresquito ya, pero… ¡Un momento!

¡¡¡Voy a ver cómo está el cielo!!!

Ya.

Fantástico. Impresionante.

La verdad es que parece que de tanto llover estos días atrás…, el cielo se hubiera limpiado… :)  Se le ve reluciente. Intenso. Poderoso. Inexpugnable.

Todo apunta a que mañana será un día soleado. Un día radiante posiblemente. No lo sé. Lo digo por lo despejado que se ve allá arriba…

Pero eso será mañana…

Ahora es de noche. Noche entrada. Madrugada. De hecho ya hace un par de horitas que la mágica hora bruja quedó atrás…

Estoy sola. (Despierta, me refiero. Alva duerme hace rato con una sonrisa en los labios. Lo sé porque cuando fui a arroparlo, a apagarle la luz y recogerle el libro de entre las manos…, dormía plácidamente. Como un bendito. Como sólo duermen los limpios de conciencia. Y sonreía. Espero que esa sonrisa sea reflejo del color de sus sueños. Nadie merece sueños más dulces que Alva…)

La casa se queda en silencio. Medio en penumbras. Sólo la titilante luz de las velas ilumina con calidez mis sombras.

En estos instantes es cuando -ajena a mi control- me muta el alma y se transforma en Otra mi piel. Soy yo y no lo soy. Soy Otra y soy todas. Y ninguna en concreto. Sólo una más. Sólo una idea. La voz de una idea. Una voz que toma el relevo de mi conciencia para perderse allí donde mi conciencia no se atreve a encontrarse…

Miro mis manos sobre el teclado. Prestas. Dóciles. Dispuestas a dejarse llevar…

Y recuerdo un dibujo. Un dibujo que ha sido estandarte de muchas de mis carpetas…

 

Manos.

 

Manos que van construyéndose a sí mismas. Que con cada nuevo trazo se reconocen y -a un tiempo- se descubren nuevas. Se reinventan. Manos que todo lo quieren tocar. Sentir. Recordar. Que si estuvieran más vivas explotarían…, y convertidas en estrellas irían a parar muy lejos. Muy alto. A la verita de Orión. Y desde allí, empuñando su espada -cual valiente amazona-, se alzarían en pie de amor contra todo lo que se moviera. Que todo es susceptible de ser amado. Y lo que no…, lo convierto porque mi espada además de espada es también varita mágica. De hecho es lo que a mí me dé la gana que sea.  Que para eso soy yo quien está escribiendo… Por algo soy yo la dueña de mis desvelos.

Y te busco. ¡Sí! ¡A ti que ahora me lees! ¡¡Donde estés!! Te busco, te hallo y te subyugo. Venga…, déjate. No te va a doler.

Mis manos te acompañan. Es más, te guían. Tranquilo, no iremos muy lejos. De hecho, hace ya mucho que llegaste donde querías llegar. A ti.

Estás en ti. Y lo estás de la misma incomprensible forma que estás en mí. Y a mí me ocurre lo mismo. Estoy en mí pero -de mil formas distintas- estoy también en ti.

Y lo estoy a través de una carta escrita hace mil años en la que puse -además de mi perfume- todo mi amor. O mi sorpresa. O mis palabras de ánimo. Y si no fui yo la que te escribió esa carta… Piénsalo bien. Alguien lo hizo. Y a pesar del paso del tiempo o el espacio… Sigue en ti.

Y lo estoy porque mis manos te buscaron en la oscuridad, ansiosas. O enjugaron tus lágrimas la gélida tarde de un perdido otoño. Y si no fui yo. Busca en tus recuerdos… Fue Otra. Fue alguien. Alguien lo hizo.

Y lo estoy porque una primavera en que andabas cabizbajo por la calle, con el peso de un problema impertinente en las espaldas… Cuando -llevado de la traición sufrida o el desengaño impuesto- pensabas que nadie merecía la pena… El camino de nuestros deambulares nos encontró una mañana, y mientras esperabas distraído a cruzar el semáforo…, recalaste en mi sonrisa. Cómoda. Sincera. Abierta y cálida. Que te golpeo el corazón despertando sentimientos en ese momento enterrados bajo montañas de decepción. Y te cambio la perspectiva. Reconócelo. Aunque nunca más volvimos a vernos. Era yo. O quizá no. Quizá fue Otra. Otro.

O mejor… Quizá fuiste tú. ¡Sí! Seguro que fuiste tú el que sonreíste a un desconocido sólo por el placer de sonreír…

Todos, -gracias al cielo-, sonreímos o somos sonreídos muchas veces a lo largo de nuestra existencia. Algunas, ni siquiera las vemos. Otras, las encajamos gratamente sorprendidos, aunque luego las olvidemos. O tal vez lo que olvidamos es que fuimos nosotros los que sonreímos… :)

No importa. Porque la impronta queda. Y ajena a ti, sigue su camino. Labra -imperturbable- su destino.

¡Qué grande! ¡Qué infinito el poder de todos nuestros actos! De los que hacemos. -Y de los que no-. De los que recibimos. -De los que nunca nos llegan, también-.

Es la teoría de Uno.

“Todos somos Uno.”

Y, por supuesto, no la he inventado yo.

A mí me llegó a través de “Uno”. De Richard Bach, el autor del incombustible “Juan Salvador Gaviota”. Y mi particular interpretación hizo que fuera, no como un descubrimiento, sino como un reconocer algo que siempre había sabido…

Todos somos “Uno”. Todos procedemos del mismo originario polvo de estrellas. Estamos hechos de la misma materia. Y nuestros sueños, de la misma materia de la que están hechos todos los sueños.

Unos más, unos menos, lloramos por las mismas cosas, nos enamoramos de las mismas ideas, vibramos en consonancia con lo que a todos nos resuena muy dentro. Y a menudo nos sorprendemos de vibrar en la misma frecuencia que alguien que vive a cientos de miles de kilómetros. Que no conocemos. Que jamás quizá nunca conozcamos… O a siglos de distancia. Que con seguridad murió hace cientos de años. Pero, entonces, aún así…

¡¡¡Nos reconocemos…!!! En lo que escribe. O lo que escribió cuando ni siquiera los padres de nuestros padres habían nacido. En su música. En lo que fotografía. En cómo pinta. En cómo baila. En su voz. En cómo -cuando habla- mueve las manos…

Esas manos que bien podrían ser nuestras. -Con las que acariciamos.- O no. O bien son las manos de la persona que amamos. -Con las que nos acarician.- O aquellas que nunca nos acariciarán pero a las que en cambio amaremos siempre. Como son amadas nuestras manos.

Las tuyas. Las mías. Las de aquél de más allá. Las del que se fue ayer. Las del que todavía ha de nacer.

Manos.

Sonrisas.

Gestos. Caricias.

Sueños. Miedos. Verdades. Mentiras.

Tan distintos -como nos creemos-. Y tan iguales -como en verdad somos-.

 

Hechos de la misma piel.

 

Destilando la misma sangre.

 

Retratados en nuestras manos.

 

Dueños de ellas. Dueños de unas manos que todo lo pueden. Hermosas por lo fértiles. Fuertes. Grandes pequeñas suaves callosas. Hechas de pan. De cristal. Capaces en su mutismo de contar lo que las palabras no se atreven. Hábiles sirenas en el mar de la piel. Diestras -o zurdas- en cuidar. En curar.

¿Qué no has curado con tus manos? ¡Míralas! ¿Qué no has dado en ellas? En lo que tocas, en lo que hincas los dedos con furia desatada. En lo que dibujas. En lo que proteges con pasión. En lo que descubres. En lo que conquistas. En lo que cocinas.

¿Y qué no te han dado? ¡Piénsalo! Vuelve la vista atrás. Analiza el sendero de tu piel. Rememora. ¡Recuerda! ¿De cuántas manos estás construido? ¿Cuántas manos han pasado por ti y te han convertido en lo que hoy eres? En ti mismo.

¿Están las mías entre esas manos? Si no es así no importa. Porque seguro, ¡seguro!, están las de Otra. Las de cientos de otras personas. Miles probablemente. Porque crecemos alimentados por sonrisas de las que bebemos, y manos que nos sustentan.

Y a un tiempo. A la vez. Somos para otros sonrisas y manos.

Te propongo un juego. ¡Venga, atrévete!

Intenta por un día, un solo día siquiera -veeenga.., aunque sólo sea un ratito de un día-, ser consciente de todas las sonrisas. No sólo de las que prodigas, sino de las que eres objeto. ¿Cuántos labios se curvan hacia arriba hoy sólo para ti? ¡Mírate en ellas! En esas sonrisas. Devuélvelas. ¡Multiplícalas! ¡¡¡Que corran las sonrisas inundándolo todo como si nuestras bocas fueran mariposas y andáramos en primavera!!!

 

Y por un día…, siquiera por un día, fíjate en todo lo que tocan tus manos. En el objetivo con que lo tocas. ¿Para quién escribes, abres, cierras, destapas, cortas, aprietas, sujetas? ¿A quién tocas? ¿Por qué? ¿Para qué? Y…, ¿quién te toca? ¿Dónde? ¿Cómo?

Toca incluso a quien está a tanta distancia que pareciera imposible. Se puede. Lo sé.

Es más. Toca a quien ya no está. Que si ya no pueden tus manos, seguro que tu sonrisa alcanza a acariciar su recuerdo. Eso ¡siempre! se puede.

O no. No te preocupes. Sólo era un juego.

Por mi parte. Yo, -todas, ninguna, Otra-…, dejo prendido en ti el calor de mi sonrisa.

Y mis manos… Mira las tuyas… Mis manos descansan, complacidas, en tus manos. Acariciando.

 

En efecto. Tras la oscura noche llegó un día brillante.

Un día lleno de sonrisas. De manos.

Vive!

Disfruta!

 

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Estoy en tus manos

 

 

 

 

 

Anoche formulé, -desesperada-, una súplica…

¡Ojalá lloviera!

Pero el cielo -ajeno a mis desvelos- no estaba por la labor. Se exhibía casi diáfano. Taladrado de estrellas. Con poco más de media luna. Un par de nubes densas, pero lejos. Orión intensísimo. Tan bello. Tan valiente. ¡Tan aguerrido!

Pareciera que iba a poder cansarme de rogar…

En cambio…, conjuradas Damas Oscuras de tinieblas perdidas en el tiempo, y Ángeles Caídos de firmamentos lejanos pero no tanto, el día ha amanecido obstinadamente gris. Y llueve. Bueno, a ratos apenas pintea… Pero es suficiente.

Se desanudan mis silencios.

Encuentro mi voz.

El camino se inventa bajo mis pies descalzos…

 

Desátame.

Desdibuja tus cadenas de los recuerdos que todavía no he conseguido erradicar… Yo prometo hacer lo propio con el eco de mis caderas… Desvanecerlo -a golpes de silencio- de tu piel.

O no. O todo lo contrario.

Piérdete en mí como nunca antes te encontraste en nadie. Enrédate en mis verdades, venga mis mentiras. Acosa y depón mis defensas que para eso las alzo. Juega en mí. Conmigo… Diviértete. Para eso me inventaste: Disfrútame. Negarnos será en vano.

 

Mírame en tus manos. Ahí es donde estoy.

Estoy en tus manos.

 

Rompe todas las fotos que nunca nos hicimos. Quémame en mis cartas. Silencia mi voz en tu cabeza. Tu estómago. Entre tus muslos. Pon mordaza a mis susurros, mis risas. Mis gemidos. Al tibio sendero que en ti provoca cada una de mis palabras. Cúbrete de frío allá donde el calor de mi piel fue incendiándote.

O no. O todo lo contrario.

Quémate. Consúmete en mí. Arde en nuestro infierno de cristal. En el rincón prohibido de nuestra gruta privada. Tan cómodo. Tan frágil. Déjate querer, cubrir y cuidar. Tiritas en el alma. Hombros desnudos como esculpidos de seda y pan recién horneado… Donde echarse a dormir. Donde saciar toda tu hambre. Hombros hechos de sol y de luna para que te olvides de ti mismo. Para que te sacies de besos. Para que no olvides ese lugar sagrado a donde siempre regresar.

 

Mírame en tus manos. Ahí es donde siempre estoy.

Estoy en tus manos.

 

Cómprate cuarto y mitad de distancia. Pon tiempo de por medio. Amontona excusas. Aléjate. Escóndete allí donde ni tú mismo eres capaz de encontrarte. Huye, corre. No me vuelvas a escuchar. Oler. Ni mirar. Cierra todas las puertas, las ventanas. La gatera. Tápiate de mí. De todo lo que te recuerda a mí. De lo que no puede hacer que me olvides. Cuelga el cartel de “Cerrado Porque No Quiero Más!”

O no. O todo lo contrario.

Termínate en mí. Que cuanto ves -cuando no ves más que mis ojos- sea tu principio, tu fin y tu volver a empezar. Cúrate en mis cálidas caricias dibujadas sólo para ti. ¡Como si fuéramos nosotros los que inventamos ayer el verbo acariciar! Mírate en mí. Reconócete en mí. En cada súplica que hago, cada oportunidad que pierdo. Cada lágrima que vierto. Cada sonrisa. Cada agónica espera. Cada silencio.

 

Pero no dejes ¡por Dios! de mirarme en tus manos.

Allí es donde siempre puedes mirarme. Donde siempre estoy.

Y es que -aunque no quiera-… Estoy en tus manos.

 

Pero no te canses. Ni te estreses ni te acabes. Sólo tienes que volver la vista hacia otro lado. Allí donde no estoy. Donde nunca he estado. Donde jamás voy a estar. Ve allí, y quédate. Que no te rocen mis palabras. Mi perfume. Mi voz. Mis labios. Dúchate las ganas de mí. Abandona. Renuncia. Reniega. Como si pudieras vivir sin mí. Como si nunca hubiera existido.

O no. O todo lo contrario.

Ven y anida en mí. Despacio… Salvaje. Será tan cómodo que no querrás salir. Créeme. Sé que será así. Luego descansaremos…, charlando distraídos. Revolcándonos -satisfechos y hambrientos aún- en nuestro mutuo deseo. Consumiéndonos vivos en nuestro propio fuego. Riéndonos de nuestros miedos, preguntándonos por qué. O tal vez, ¿por qué no? Yo me comeré tus labios y tú besarás mis risas. Como si nada más importara. Como si la piel fuera de verdad ley. Mírame. Mírame siempre. Mírame virgen como si antes de ti nada hubiera habido. Dúchate en mí. Respírame profundamente allí donde el placer te duele. Allí donde yo soy más yo que nunca. Y tú mi dueño. Como si yo fuera la mano con que comes. Y a la vez tu alimento. Tú único alimento. Como si nada más existiera.

 

Estoy en tus manos. Sí.

Es cierto.

Pero no importa.

Porque un sueño siempre será un sueño.

Y yo…, una estéril quimera.

Eso sí: Tu quimera.

 

 

Es lo que tiene la lluvia. Que me afila las ganas. Me pone revoltosa. Pelín peligrosa, incluso… ;)  Me espesa las intenciones, pero…, me despierta las palabras.

En fin.

Feliz día gris… ;)

 

 

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La harina parece tamizado de verdades…, tan blanca, tan inmaculada. Es un placer hundir los dedos en ella y sentir su amable esponjosidad… La mantequilla aporta la suavidad, el huevo transparencia, el azúcar -ese polvo dulce de brillantes- la ternura…

Cocinar es una labor diaria, que para algunos se convierte en solaz ocasional, y para mí…, en placer imprevisto. Lo mismo me paso meses cocinando nada más que lo justito, -socorrido, tradicional y aburrido-, que me enfundo el mandil de hada y convierto mi bonita cocina -lamento la “fantasmada”, pero mi cocina me parece preciosa…- en taller mágico de alquimia alimentaria…

Y es que cocinar es un arte, un juego, un lujo. Un vicio. Es, además, una exaltación de los sentidos.

Y hablando de tocar, escuchar, ver, saborear… El olfato siempre ha sido un sentido muy importante para mí…

Es cierto que una canción me transporta rápidamente -quizá más intensamente que cualquier otra cosa- a un recuerdo preciso y vívido. El color de un atardecer puede enviarme a tiempos muy lejanos pero nunca olvidados. Acariciar siempre me devuelve a mí misma. Y ciertos sabores son capaces de transmutar tiempo y espacio a mi alrededor hasta reubicarme en otro remoto momento de mi vida…

Pero el olfato… El olfato tiene la facultad de alterar mi estado de ánimo, -de feliz a enfadada, por ejemplo, y todo lo contrario-, en una décima de segundo… Los olores poseen la capacidad innata de tomar mi talante anímico y transformarlo a su voluntad, anulando la mía…

Destapar un perfume puede convertirme en una fiera indomable, o despertar la niñita que todas llevamos dentro… Y no me resulta difícil identificar a las personas por su olor personal, -quizá porque me gustan los abrazos muy ceñidos- y eso que el abanico es muy amplio. Está el que siempre huele a limpio, el que huele a trabajo, el que huele a vida, el que huele a colonia, el que huele raro. El que huele a…, nada.

Y en la cocina -que es donde estaba- el mundo de las especias me parece un universo de sensaciones…, una forma de viajar a recónditos rincones del mundo sin dar un solo paso… Una fiesta para el olfato, y un juguete con el que disfrutar entre ollas, sartenes y cazos.

Dulce. Salado. Amargo. Ácido. Y umami, vocablo japonés que significa “gustoso”, y que se une a los otros cuatro, para completar la estrella de cinco puntas de los gustos básicos -esto me lo enseñó un gran amigo y magnífico cocinero: «el colmador de sentidos». Gracias, Manuel. Beso-. Tendríamos que intentar que todo en la vida, o el mayor número de cosas que nos pasan, -o hacemos que pasen-, sea, si no siempre dulce…, por lo menos sí…, umami. Sabroso… Suculento… :)

Y las especias, -al menos en la cocina, en la vida es más complicado…-, nos ayudan. Nos aportan su toque gracioso, interesante, divertido, diferente, atrevido o sencillamente misterioso… Seductor.

Mmmm… La refrescante Menta. Los audaces Cominos. La cálida Canela. El arriesgado Eneldo para sopas lituanas, -beso, Solveiga-. La suave Cúrcuma. El mágico Cardamomo. La acomodaticia vainilla, del ancestral y querido Méjico. La atrevida Cayena. El humilde Tomillo. La indescriptible Pimienta de Sichuan…

Todas me saben a Calcuta, me huelen a Antioquia. Me transportan a Constantinopla, las Indias, el lejano Oriente… Alejandría… :)

Y de entre todo lo que uno puede hacer en una cocina -preparando alimentos me refiero…, apartad la tórrida escena de “El cartero siempre llama dos veces” de vuestra mente…, o no, como queráis…-, una de las cosas que más me seduce y asusta a la vez, son las masas… Tanto si son para preparar cualquier tipo de pan, galletas, o una de las cientos, por no decir miles, de especialidades reposteras que existen…

Amasar…

Pringarte hasta los codos en harinas nobles… Sentir la untuosidad de la mantequilla…, la viscosidad del huevo crudo, los susurros del azúcar…

Amasar con las manos…, darle forma a lo que te vas a comer.

Pero siempre, ¡siempre!, me han dado un poco de miedo las recetas que llevan levadura natural. La que hay que dejar fermentar, y la masa crece y crece como algo que está vivo… Imagino que es porque siempre me da el pronto de que de repente va a salir por sus propios medios del recipiente donde está mimosamente tapada con un paño bien limpio, de algodón -a poder ser blanco, manías-, y va a decirme adiós con la manita mientras abandona la cocina y se dirige, audaz, hacía otros hornos…

No. En serio. Ver levar la masa -aumentando dos y hasta tres veces su volumen-  me produce una impresión increíble. No puedo evitar pensar en “la vida” latiendo en el corazón de esa materia informe.

Y no sé por qué, siempre las he considerado recetas más complicadas.

No soy una gran cocinera. Imagino que tampoco podría calificarme de “desastre”. Tengo pocas recetas en mi repertorio. Pero eso sí, ésas, intento que salgan tan bien que los que las prueban siempre quieran más, y en grandes cantidades. La de cientos de galletas con chocolate y nueces que habré hecho en mi vida. Que probablemente sean ya miles…

No soy habitual de los blogs o páginas de recetas, salvo cuando -desesperada- busco alguna receta en concreto, con la que intento sorprender y agasajar -normalmente a Alva- a alguien.

Hace unos días me encontré por casualidad con el blog, -aquí en WordPress-, de Goizalde, que se llama “Cocinando con Goizalde”. Me llamó la atención, sobre todo, la cálida y simpática sonrisa de la que a todas luces -pensé- debía ser su artífice: Goizalde.

Entré, y he de confesar que me pasé un par de horas paseando por su agradable y muy trabajado espacio, apenas sin darme cuenta.

Tengo que avisaros de que su página se originó pensando en recetas para ese artefacto increíble que es la (o el, no estoy segura) Thermomix. Pero luego, muy amable, ha ido añadiendo recetas para los pobres mortales que seguimos cocinando al uso tradicional… Ollas, cazos, molinillos, batidoras, sartenes y demás utensilios que -todavía no entiendo muy bien cómo, porque he de confesar que nunca he visto uno en vivo y en directo- viven dentro del susodicho robot de cocina, y al parecer cada uno interpreta estupendamente su papel…

Bueno. El caso es que descubrí una receta que me puso los pelos de punta… “Donuts caseros. Idénticos a los comprados”, rezaba la entrada. No podía creerlo!!! ¿En serio? ¿De veras se pueden hacer en casa donuts que se parezcan en sabor y forma a los “de verdad”? La imagen de Álvaro deleitándose con un bocado de Donut (tanto blanco, como de chocolate, relleno o bañado) acudió a nublar mi razón… ¡¡¡Esos Donuts tenían que ser míos!!! Jajaja…

Pero… Ya lo he dicho… Yo no tengo Thermomix (que ya quisiera…)

Me puse en contacto con Goizalde pidiéndole ayuda, y entre sus amables explicaciones, y la cantidad de comentarios con dudas, recomendaciones  y apuntes, que sus seguidores dejan en su página, el lunes por fin me armé de valor y me puse ¡manos a los Donuts!

Mmmm… Qué bien me lo paso cocinando. Cómo disfruto. Sufro bastante, eso también es verdad… Jajaja!!! Pero imagino que, en mí, va de serie… Las inseguridades, la desconfianza, la falta de fe…, -en mí-, es terrible. Soy un desastre. Sólo hay un punto a mi favor en tan deleznable rasgo de mi carácter, y es que a pesar de todo eso…, yo lo intento. Bien motivada (con la imagen de Alva chupándose los dedos fija en mi mente) y con un poco de fe (no en mí, en la Vida), sigo adelante y lo intento. Y pongo todo de mí, -como en todo lo que decido emprender-, para que el resultado sea lo más cercano a lo que yo considero perfecto.

Bueno… A lo que iba. Los Donuts.

Alva les hizo fotos, porque cuando llegó del “insti” alucinó al verme “metida en harina” (aunque en realidad el paso de la harina había quedado, hacía ya rato, atrás… :) y rodeada de unas “roscas” que bien podían parecerse a…

– ¡¡¡¿Esto son donuts?!!! –preguntó con la mirada iluminada y esa bonita sonrisa que no me canso de mirar.

– Bueno…, lo intentan –respondí emocionada porque hubiera hecho ¡justo! esa pregunta.

Yo apenas probé un bocado de uno de ellos, y aunque no soy una experta en donuts, y la verdad es que la confección de la receta fue bastante desastre porque muchas cosas no estaban como debían, he de confesar que estaban ricos, y que en el fondo sí tenían un sabor similar a los donuts comprados. (Que obviamente mejorará cuando yo haga las cosas como dios, -en este caso, Goizalde- manda!!!)

Pero Álvaro y Montse, -que llegó del trabajo desfallecida, eso lo dice todo…, jajaja- quedaron encantados. Armand -mi sobri- sólo les dio un bocadito pequeño, como yo. Y lo hizo sólo por amor. El que me tiene. Porque hace años tuvo una experiencia desagradable con los donuts, comió, se puso malito, devolvió, y ya no soporta nada que se parezca a ese sabor. Pero tan amable y cumplido, -por no hacerme un feo-, y con un gran esfuerzo, los probó, y dijo que estaban buenííísimos… Pero no dio ni un bocado más. Jajaja… (Mi chico, más zalamero…)

Podría poneros aquí la receta, pero en lugar de eso os invito a que entréis en la página de Goizalde, (recordad: “Cocinandocongoizalde”), porque además de ésta, -bien explicada y con estupendas fotos-, vais a encontrar otras recetas maravillosas que seguro que os apetece probar.

Yo quiero insistir en mi gratitud a esta amable y estupenda cocinera -que además se mete un trabajo increíble para compartir su sabiduría y experiencia con los demás-, gracias a quien Alva disfrutará más veces de esa receta, y yo gozaré muchas veces intentando que cada vez me salga mejor… :)   Y llegar a ser digna alumna de tan ilustre maestra. (Gracias, guapa! Un beso.)

Mmmm… (De pensar.) Creo que cocinar es otra forma de amar.

Quizá por eso es un placer. No sólo por lo agradable que resulta buscar y seleccionar los ingredientes, medirlos, pesarlos, combinarlos y mezclarlos, probar, experimentar… O por lo orgulloso y satisfecho que puedes llegar a sentirte cuando, una vez acabada la receta, el resultado final se parece -en aspecto y sabor- al que esperabas… Sino por el gozo que supone ver disfrutar a los que quieres, de todo el tiempo, el esfuerzo y el amor que tú has invertido en prepararles eso que durante un rato los va a rescatar de otras realidades, quizá no tan suculentas… Vas a hacerles un poquito más felices… Tú les regalas tu amor en forma de alimento, y ellos te devuelven sonrisas y “qué rico”, “qué bueno”, “mmm…” (El mmm… en este caso de gusto, claro, no de pensar :)

Y es que, en realidad…, si bien lo miras, cualquier cosa que hacemos es un acto de amor. Al menos, así lo siento yo. Desde hacer las camas o pilotar un Boeing 777, pasando por limpiar los cristales o atender a los clientes en un comercio, cambiar una bombilla o investigar el ADN, hasta preparar unos ricos huevos fritos, unos donuts (Idénticos a los comprados) o escribir un libro…, todo lo hacemos por amor a alguien. A algo.

Bajo ese prisma, entonces…

Feliz día. Y que tú lo ames bien!!!!  :)

 

 

Esta entrada la acabé de escribir el viernes 28 de octubre, y cuando el día 29, sábado, me conecto dispuesta a publicarla, me encuentro con la sorpresa de que Goizalde…, ¡¡¡se me ha adelantado!!! Jajaja… Y ha publicado en su blog un post con las fotos de mis donuts, en honor a todos los que “contra viento y marea”, mucho esfuerzo, mucho cariño y pocos medios, logramos sacar adelante una receta…

Dios!!! Qué sorpresa me he llevado. No podía creer que “esos” fueran mis donuts y estuvieran en tu magnífica página!!! Qué bonito detalle por tu parte, Goizalde. Mil gracias, de verdad.  :)

Esta entrada, humildemente -pero con todo mi cariño-, está dedicada a ti, guapa!, por el maravilloso trabajo que haces en tu blog, por lo rápida y amable que eres respondiendo los mensajes que te dejamos, por tu bonita sonrisa que intuyo refrenda un carácter amable y cálido, y porque admiro a las personas que ponen su sabiduría y experiencia al servicio de los demás, como tú, y además lo hacen con modestia, sencillez y reconfortante alegría. Vamos! Un diez!

Estos días de fiesta volveré a hacer la receta, a ver si tengo tanta suerte como la primera vez… Jajaja. Ya os contaré.

 

Y lo dicho… Os deseo que disfrutéis siempre de todo lo que hacéis…

Y…, ¡que lo améis bien!!!

 

 

 

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Es extraño.

El ser humano -que vive constantemente en el presente- apenas si sabe acomodar su consciencia a él.

Aunque quizá no es culpa nuestra. Tal vez sea porque el presente es algo tan…, efímero. Tan frágil y fugitivo.

No. El presente se nos escapa de entre los dedos. Antes de que queramos darnos cuenta, aquello que era futuro, de repente es el hoy, -el ahora-, y un segundo después comienza ya a ser nuestro pasado.

El momento justo que estamos viviendo es casi imposible de asir.

Imagino que resulta tan incómodo para nuestro consciente, que el ser humano repartimos nuestra querencia y nuestra vocación entre aquello que ya pasó, y lo que está por venir.

El presente es fugaz, volátil. Tanto, que apenas si nos da tiempo a ser conscientes de que estamos inmersos en él. Tal vez nuestra mente esté más preparada para recordar y aun para proyectar, que para vivir el inmediato segundo que da sentido a nuestra existencia…

Y es absurdo en verdad, cuando lo único cierto es lo que está aconteciéndonos en el último preciso momento que estamos viviendo. Lo que viene siendo el esquivo presente. Ahí es donde radica nuestro poder, nuestra fuerza. En el presente.

El pasado no podemos cambiarlo, y el futuro es algo tan incierto que apostar por él, es como apostar a ciegas. Y son muchas veces las que alguien malgasta su vida por no saber dejar atrás el pasado -algo que ocurrió en el pasado, y que es agua que ya jamás moverá molino-, y muchas también las que desperdiciamos nuestra vida aguardando lo que tiene que llegar en un futuro próximo -o aún lejano-, y que después de todo puede no llegar nunca. Porque ése es precisamente el encanto del futuro, su mágica incertidumbre.

Si todo estuviera escrito y fuéramos conscientes de ello, si la sorpresa y lo incierto no fuera nuestro camino, sino una senda bien definida y sabida, ¿qué gracia tendría nuestro futuro? ¿Qué misterio? ¿Qué interés levantarte o no un día más?

No. En el fondo, aunque nos cueste comprenderlo, creo que todo está bien como está. El pasado es inamovible. El futuro, incierto. Así es.

Y debe estar bien que el pasado sea inamovible. A pesar de que cuántas veces quisiéramos volver atrás y cambiar algo que hicimos o dijimos, -que parece que definió y concretó nuestra vida-, y hacerlo de otra forma…

Y el futuro es incierto. No se pueden adelantar ni forzar los acontecimientos. No puedes vender la leche para comprar cuajo con que hacer queso que nos proporcionará la riqueza total, cuando ni tan siquiera tenemos una vaca que ordeñar.

Tienes un presente entre las manos, ante los ojos, acompasando el ritmo de tu corazón, latiéndote en las entrañas… Vívelo. Aprovéchalo. Elige.

Elige.

¿No aprecias lo grandioso de esa posibilidad? ¡Elegir! Verbo sagrado.

Es fascinante. Nuestra capacidad de elegir nos otorga cada día, -en cada nueva ocasión-, la oportunidad de cambiar lo que no nos gusta y de trabajar en pos de nuestros sueños. Ahora. Ahora mismo. ¡Ya! Dentro de un segundo será tarde, porque será pasado. Y ya sabes que el pasado no lo podemos cambiar.

Pero tienes un segundo presto a llegar y sustituir éste que apenas ya pasó, para que no pierdas la posibilidad… Esa “sweet possibility” de la que habla la Streisand en su significativa Yentl.

No en vano Horacio, el poeta romano que acuñó la imperecedera frase Carpe Diem, se refería a que cosecharas el día. A que recogieras la cosecha. A que si no tienes cosecha que recoger porque aún no sembraste, ¡aproveches este instante para empezar a sembrar! Hoy siempre es buen momento para sembrar. Para empezar de nuevo.

¡Ahora! Este es tu momento.

Vívelo. Disfrútalo. Agárralo por donde mejor puedas y hazlo tuyo!!!

Siempre puedes hacerlo. Siempre.

Siempre tienes el segundo siguiente que llegará, se instalará en tu presente y “carpediemerás” tu día…

……..

Constantemente espero ver entrar a Dama por la puerta de casa. Tan fuerte, tan bella, tan poderosa. Tan tierna y sensible a la vez a su entorno.

Con ella disfruté todos los momentos que pude. A lo largo del día -y de la noche, Dama siempre fiel a mi lado en esas mis insomnes madrugadas- la estrechaba varias veces entre mis brazos, -su gran cabeza, su sólido lomo-, y le decía lo buena perra que era y cuánto la quería… Ella buscaba mi mirada con sus ojos, y sonreía. Se sentía satisfecha. Feliz. Lo sé. Podía verlo. Sentirlo.

No desperdiciamos el tiempo. Aprovechamos nuestros momentos, a nuestro modo, ¡cada momento! ¡Y vive el cielo que fuimos muy felices!

No como lo eran Alva y ella. Ellos tenían otra relación. Dama lo adoraba. Obedecía sus órdenes antes incluso de que Alva las pronunciara. Los vecinos -cada vez que los sacaba a pasear- alucinaban de lo buena y obediente que era Dama, y lo que no saben es que nadie, ni siquiera Alva, entrenó nunca a Dama. Jamás recibió adiestramiento alguno. Dama obedecía, hacía caso a Alva, por puro amor. Estoy segura. Obedecía sus órdenes calladas -sus gritos, a veces, cuando había algún peligro inminente, también- porque quería satisfacer a Alva, verlo feliz. Por eso le hacía tanto caso. Era su amor hacia los demás lo que hizo de ella una gran perra.

No me cansaré de decir lo buena perra que era. Cómo la echo de menos. Y…

Lo importante que es vivir el presente. Ese segundo perfecto, divino, que acaba convirtiéndose en un recuerdo sagrado.

Hoy, gracias a esos momentos bien aprovechados, tengo cientos de buenos, hermosos, entrañables recuerdos, que si bien hoy me atenazan el alma por el dolor de su ausencia, sé que tarde o temprano (porque ahí está el recuerdo de Princesa, Byron, Casiopea, Newton, Aldebarán, Nani, Baco, Chula, Tendre, Aramis, Pipineta, Magic, Libre…, para dar fe de ello), la honda tristeza irá remitiendo y luego sólo me quedarán sonrisas para dedicar a su memoria. A todo el bien que me hicieron. A todo cuanto desinteresadamente me brindaron. A lo que aprendí. A lo que enseñé. A lo que viví.

Vivir. Vivir el día. El momento. Disfrutar. ¡Que no hay nada más, maldita sea!

Que las cosas no son tan complejas ni tan difíciles. Que nosotros nos encargamos de retorcerlas, deformarlas y convertirlas, en ocasiones, en problemas… Por eso, a veces, la conducta sencilla y elemental de un perro (o un gato, Casiopea y Aldebarán eran gatos), viene a tirarte de las orejas y obligarte a abrir los ojos y que así no pierdas de vista lo que es verdaderamente esencial en la vida.

Que por encima de todo lo que puedes atesorar, de lo que puede comprar el dinero o conceder el poder, la felicidad se halla en cosas mucho más pequeñas. Elementales. Primarias. Tener alguien cerca con quien compartir una mirada en la que te reconozcas. Saberse amado y aceptado sin condiciones ni rémoras. Y ser consciente de ese momento -el presente-, y saber darle su sitio. Su hermoso sitio en el largo sendero que va conformando nuestra existencia.

Me siento dichosa -y plena- de todo lo que compartimos, Dama. Siento que lo diste todo, y que yo tampoco me guardé nada. Fue nuestra generosidad lo que abrió las puertas -aquí en la tierra- de nuestro cielo.

Me gusta vivir así. A fondo. Consciente de lo que vivo. Con todo lo que tengo y lo que soy. Con lo que a veces duele, también. Lo que me asusta. Lo que me satisface. Lo que me espolea las ganas. Lo que me saca de mis casillas. Lo que busco. Lo que me persigue. Lo que me sacia. Lo que me quema la piel. Incluso con lo que me delimita…, intento bregar y ser feliz.

Y no es fácil. Y sé que…, ¡haré tantas cosas mal! Sí, pero desde lo mejor de mí. Siempre desde las mejores intenciones, y sin perder de vista, ¡nunca!, que este momento, éste en el que ahora escribo, -en el que de pura vida, de puro sentimiento, me retuerzo-, está construyendo mi vida.

Tú también estás en tu momento. Tu hoy.

Ojalá, en el futuro, este presente se haya convertido en un bello recuerdo. Porque al fin y al cabo, al final, no somos más que eso:

Los recuerdos que dejamos, a nuestro paso, en aquéllos que se cruzaron con nosotros en el camino…

Ojalá, cuando me vaya, deje un buen montón de hermosos recuerdos. Cuanto menos eso significará que además de estar viva, viví.

E insisto: Por más vueltas que le demos a todo, por más que lo compliquemos… No hay más.

Así que… Carpe diem.

 

 

Y… Sigo extrañándote, Dama. ¡Tanto!

 

 

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...

 

 

 

 

 

 

 

Decididamente el sol se abrió paso, y hoy –por ayer, aunque también por hoy, y por mañana, y por el otro…- es un DÍA MARAVILLOSO, soleado.

Aunque bien sabe quien bien me conoce, que no me hubiese importado que a la salida del hospital, -donde al final hemos estado poco más de cinco horas-, nos hubiera recibido una impresionante tormenta… Con cántaros de agua, truenos, relámpagos, ¡y hasta centellas!

¿Qué hicimos? Me pregunto a veces…

¿Cómo?, para que, cada vez que volvemos al hospital y nos impregna su olor viciado, nos rodean sus paredes anodinas y fatalistas, y todo cuanto ves, oyes y sientes, recuerda a enfermedad y dolor…, nosotros no podamos sino sonreír. De alguna forma nos sentimos felices, tranquilos, a gusto. A salvo.

Reencontrarnos con algunos rincones y rostros de aquella época es un placer que nos devuelve a la realidad más maravillosa. ¡Estamos vivos!

Aunque no puedo sino enviar un recuerdo emocionado a nuestras dos ángeles de batas blancas, Tina y Encarna, y nuestra queridísima doctora Albert, a las que ya no vemos -porque están en otros quehaceres-, pero que adoramos y jamás olvidaremos.

Las personas que, cuando estás asustado, fuera de tu ambiente, en un entorno que te parece incluso hostil, que amenaza tu felicidad y tu vida, se cruzan en tu camino, y ponen todo su esfuerzo, su voluntad y su cariño en hacerte sentir cómodo…, tranquilo, querido… Se merecen una estatua al valor. Al amor. Si existiera el cielo, estoy convencida de que ellas entrarían de cabeza y tendrían asegurado el mejor de los sitios…  :)  Pero como no creo que exista, espero que lo hallen aquí en la tierra…

Ya lo comenté anoche… Creo que fue la conjunción (casi estelar, jeje…) de la suerte que tuvimos, lo afortunados que fuimos, y todo lo que pusimos de nosotros mismos…, de esperanza, de trabajo, de coraje, de amor…

Hoy, diez años después, aún me sobrecoge a veces la emoción…

Soy una persona afortunada… Mi cerebro, él solo, tiende a olvidar lo malo y recordar sólo bueno. ¡En serio! ¡Lo hace solo! Y lo hace con casi todo…

Recuerdo de aquella época…, muchas cosas… Casi todas buenas.

(Y claro también que pasamos malos ratos… Sufrimos. Lloramos. Os lo podéis imaginar… Pero no creo que leer eso ayude a nadie… De modo que hablaré de lo bueno. Que fue MUY bueno, y es lo que acaba, al fin y al cabo, generando DÍAS MARAVILLOSOS…)

Recuerdo por ejemplo la entereza y la determinación de Álvaro cuando recibió la noticia. ¡Tan valiente! Y recuerdo la mía también…, mientras estuve a su lado. En cambio, recuerdo perfectamente cómo me derrumbé cuando él desapareció…

Tuve muy claro, desde un principio, que no podía verme llorar. No podía verme asustada, triste ni preocupada. ¡Y lo cumplí durante meses! Sin embargo, sé que es la época que más he llorado en mi vida…, litros y litros de lágrimas… En el periódico…, (por cierto, un recuerdo emocionado también a mis jefes de entonces, María Consuelo, David y Salvador, y a todos y todas mis compañero/as, que se portaron conmigo de una forma excepcional… Tod@s, pero sobre todo Lola Bétera, Leo, Lola Diego, Lola Harvard, Paqui, Julia, Pablo, Puri y sobre todo Pilar.) En casa, cuando él no estaba. Cuando Montse me sacaba por ahí a despejarme un poco… (mil gracias también, mi amor, por todo tu apoyo…).

No lo parecía, pero… ¡Claro que estaba asustada! ¡Claro que tenía miedo! De hecho, no creo que se pudiera tener más… Pero el protagonista era Álvaro. Él era el que tenía que ser cuidado, amado, protegido, animado, querido, mimado…

Así que decidí coger todo mi miedo y ponerlo a trabajar…

Esa actitud me ayudó mucho…

Llené la casa de notitas y cartelitos ”infundidores” de ánimo, de coraje, de esperanza… Muñequitos y peluches amorosos con frases cariñosas. Libros. Música. Sorpresas…

Me hice la dueña del mando de la tele… ¡No sabéis la de películas que hicieron en aquella época de personas que morían de cáncer!!! Noticias tristes, desesperanzadoras… Y ahí estaba yo, rápida como la más rápida a este lado del Mississippi, con el mando a distancia presta a que a Álvaro no le llegara ninguna noticia que pudiera ensombrecer mínimamente su ánimo.

Me hice cargo de la alimentación también -hasta entonces “el cocinillas” había sido Alva-, y el pobre no ha comido más tomates de ensalada -¡cientos de vitaminas!- y ajo crudo -el mejor antibiótico natural- en toda su vida!!! Jeje. Qué bueno mi chico. Soportó, siempre con una sonrisa, lo pesada y cargante que me pude llegar a poner… Que fue mucho…

Leí en algún sitio -busqué información de todo lo que pude sobre el tema-, que las células cancerígenas se alimentaban del colesterol malo… Y no sé si era verdad o no, pero como de cualquier forma el colesterol malo, como su nombre bien indica es malo de por sí, me propuse bajarle el colesterol malo hasta límites alarmantes, para por si acaso… :)

Cociné para él carnes que odiaba y toda clase de pescados -que detestaba-… Nunca he vuelto a cocinar tanto en toda mi vida. Salsas sanas para enmascarar el sabor, cremas y batidos para disimular las texturas… ¡¡¡Todo lo que se me ocurría y algo más!!! Y todo se lo comió mi chico, dócilmente…

Y el agua… ¡Jajaja…, el agua!!! Me convertí en su aguadora particular. Su insufrible aguadora…

La doctora Albert nos dijo que la quimio -por lo menos aquella en concreto-, se eliminaba por el riñón, y que era muy fuerte, que había que beber mucha agua porque de lo contrario podíamos acabar perjudicando el riñón… ¿Qué has dicho? ¡Pobrecito!!! Allí estaba yo, vasito de agua en mano, a la vuelta del cole, de la esquina, cuando salía del baño, cuando hacia más de media hora que no había bebido, antes de acostarse, nada más levantarse… Siempre con una sonrisa junto al vaso de agua, una cancioncilla tonta o uno de los muchos chistes que iba recopilando para soltar en momentos como aquellos… Porque reconozco que me puse muy cansina… Pero yo amaba también sus riñones, y no iba a permitir que por curar una cosa se fastidiara otra… Y… bebió tanto… Se portó…, ¡tan bien!

Pasé miedo… Es verdad. Mucho. Pero…, ¡estaba tan ocupada! ¡Tenía tantas cosas que hacer!!!

Siempre he estado convencida de que el amor cura. ¡Siempre! Mucho antes de que Álvaro enfermera. E incluso mucho antes de conocer a Álvaro.

Durante aquellos meses, yo me organicé el trabajo (yendo a trabajar a horas intempestivas, gracias a que los jefes que tenía en ese momento, tan generosos, me dieron todas las facilidades que pudieron…) para poder estar con Álvaro durante las sesiones de quimio. Durante las más de cinco horas que duraban los goteros… Allí, en aquella sala de medicinas tóxicas, de alquimia de vida, es donde estaban Tina y Encarna, los ángeles de bata blanca que se encargaban de administrar pura vida en vena. Qué habilidosas. Qué profesionales. Qué tiernas. Qué increíbles personas!!!!

Le escribía cartas-cuento a Álvaro para que las leyera mientras estaba allí, medio tumbado, enchufado a las bombas, donde le explicaba con una mezcla de amor, bromas y palabras técnicas “entendibles”, qué es lo que hacían los líquidos que estaban destilándole gota a gota. Le instigaba a sentir como cada gota que entraba lo sanaba… Lo iba sanando poco a poco.

Jajaja… Recuerdo que me inventé también una batalla medieval en la que los aguerridos soldados de la Quimioterapia arrasaban por allí donde pasaban para acabar con los soldados del Mal, y que claro, también había bajas no deseadas…. Los tan temidos daños colaterales. Le hacía visualizar la batalla y forzar a que las bajas de Células Buenas, -que pasaban por allí y no tenían nada que ver con aquella guerra,- fueran las menos posibles…, y que ayudara mentalmente al ejército de la Quimio a combatir y vencer a las Células Cancerígenas del Ejército del Mal…

No sé. Ahora lo pienso, y quizá puedan parecer chorradas… Pero, yo veía a Álvaro sonreír, desde un rincón…, y emocionarse incluso… Y eso, cuanto menos, no podía hacerle ningún daño…

Le subía a él y a otros pacientes de la sala, zumos de naranja recién exprimidos de la cafetería del hospital, y les contaba historias sobre que las vitaminas de la naranja, recién exprimida -venga, a sorbitos, toda para dentro…-, contrarrestaban los duros efectos de la quimio… Por supuesto antes les consultaba a Tina y Encarna, que me daban el visto bueno, y sonreían con aquel aire siempre resuelto y tan cariñoso.

Y hasta les canté y les bailé!!!! Lo juro!!! Tenían puesto un hilo musical, muy flojito, de fondo… Jajaja.

Los tratamientos de quimioterapia, en el mejor de los casos, duran meses, y llegas a conocer a algunos otros pacientes con los que vas coincidiendo, y obviamente te enteras de historias de dolor increíbles…

Mujeres a las que sus maridos no querían ver calvas, sin el pañuelo o una peluca… ¿Os lo podéis imaginar?!!!! Si no es suficientemente duro saber que puedes estar al borde de la muerte, abatida por la quimioterapia, cansada, dolorida, terriblemente asustada… Tener que bregar con que la persona que más te tiene que querer y cuidar, no quiere si quiera verte calva… ¡Menuda pandilla de hijos de puta!!! Y disculpadme, pero lo cierto es que me da igual. Lloré abrazada a alguna de aquellas chicas y mujeres (recuerdo en concreto dos, una jovencita y una mayor…), y en aquel momento, si hubiese tenido delante al marido de turno, os juro que hubiese hecho algo más que llorar…

Había días duros…, porque sí, porque la vida es así. O porque te enterabas de que alguien que habías conocido no vendría ya nunca más. O porque entraba alguien muy jovencito…, o sencillamente porque sí…

Esos días eran en los que aparecía la Beatriz bufón. Sin complejos. Con un par.

Normalmente no están los acompañantes sentados todo el rato dentro, podría llegar a ser molesto para los enfermos… Pero a ratos, y dependiendo de la cantidad de personas que hubiera, sí podías estar… Y siempre se me ha dado bien hacer el tonto… Arrancar una sonrisa… Y cuando lo hacía, Alva sonreía por partida doble, por lo que le hacía sonreír a él y por ver a otros sonreír…

Fueron unos meses estupendos!!!!

¡Ah! Y luego la gracia de salir del hospital… Jajaja!!!!  El tratamiento de Alva era fotosensible, o como se diga… El caso es que no le podía dar la luz del sol. Y para salir…, jajaja!!!, yo iba  a por el coche y lo recogía en la puerta como si fuera un personaje importante, un príncipe de cuento por ejemplo, y fingíamos divertidos protocolos tontos… O si el coche no estaba muy lejos y Alva prefería que no nos separáramos, salíamos del hospital corriendo de sombra en sombra como si fuéramos espías que perseguíamos a alguien sin que nos pudiera ver…

A veces la gente nos miraba… No nos importaba. La verdad es que nunca nos ha importado. Y nos reíamos un montón… No importaba el motivo. Todo valía para arrancarle una sonrisa al momento y que no pareciera tan duro. O tan peligroso. Una enfermedad.

Por cierto… Después de aquello a Alva le ha quedado una querencia al sol increíble… Creo que, como aquel verano no pudo exponerse nada al sol, luego ha querido vengarse… Ya sabéis el secreto de su siempre estupendo y saludable tono bronceado… :)

No sé…

Disculpad. Creo que se me ha ido un poco la cabeza, y he estado escribiendo, sin orden ni concierto, sobre algunas de las cosas de aquella época que recuerdo… Y ciento y una más… La verdad. Tantas…

Sobre todo recuerdo lo valiente y buen paciente que fue Alva. Eso es lo más importante. Lo que nunca podré olvidar. Lo fuerte que fue. Lo positivo. Lo alegre. Lo generoso. Lo fácil que lo hizo todo… Lo orgullosa que me sentí de él…

Este año, ahora justo, hace diez años de todo aquello. Desde entonces han pasado muchas cosas buenas, y algunas, como es normal, malas. Alguna en concreto, muy, muy mala. De hecho, no sabíamos Alva y yo lo que aún nos quedaba, después de aquel año de 2001, todavía por luchar… Y por sufrir. Aunque en ese caso los papeles cambiaron, y fue por mí. Alva tuvo que convertirse entonces en el paciente y fuerte ángel de mi guarda… Gracias.

Pero todo está bien…, ¿no? Bien está lo que bien acaba, suelen decir. Y esto no ha acabado, obviamente… ¿Quién sabe lo que todavía nos queda por vivir y por experimentar?

Yo personalmente espero que sea mucho todavía… Y nuevo. Y fascinante. Y que me siga haciendo sentir rabiosamente viva…

Y quizá no cure en verdad el amor, como yo creo…, pero definitivamente…, ¡¡¡cómo ayuda!!!

Ya lo dijo aquél -que no sé quién era, y además me da igual-… Cuando haya un hueco en tu vida…, llénalo de amor.

Nosotros lo hicimos. Es lo que hicimos. Y junto al hada de la fortuna hemos llegado hasta aquí hoy, para mirarnos a los ojos con ternura, llenarnos la boca de risas, el alma de esperanza… Para luchar por un día más… Sólo por uno más. Y que ese día llegue y poder decir otra vez… Una vez más…

Hoy -y mañana, y pasado, y el otro…- está siendo, definitivamente,…

UN DÍA MARAVILLOSO.

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Por cierto. Sobre la foto.

Es de un verano que volvíamos de conocer Salamanca, la tierra natal de Alva, y al volver por Madrid nos perdimos en la M-30, o 40, no recuerdo… Jajaja! Cuando conseguimos ¡por fin! salir de “aquella trampa del infierno”, mientras yo conducía, Alva hizo esta foto.

No me gusta subir fotos personales… Pero creo que ésta, aunque no tenga que ver con el tema, ilustra perfectamente el texto, y resume a la perfección, también, otro DÍA MARAVILLOSO… :)

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Agotada…

Extenuada más bien…

Con esa dulce lasitud que inunda el cuerpo tras un buen rato de duro ejercicio. O tras una larga noche de sexo sin complejos. O tras un día perfecto. Lo que viene siendo un día ámbar.

Se alinearon las estrellas. Se conjuraron los hados. Y los dioses, los del Olimpo y los de los pies de barro. Los brujos. Los alquimistas, nigromantes y el genio de la lámpara. Y las meigas, incluso las que sin haberlas, “haylas”. Los magos. Los geniecillos verdes. Los hechiceros más osados. Y las musas. Las nueve acudieron. Inspiradas. Y nos inspiraron.

No andaba yo errada a primera hora de la mañana. Entre todos construimos…, y nosotros disfrutamos… Un día ámbar.

Predispuestos, es cierto. Decididos. Convencidos. Casi predestinados. Así nos encontramos, y de esos barros vinieron el resto de lodos en los que nos zambullimos, retozamos. Nos complacimos, nos cautivamos. Corrimos, reímos, comimos, paseamos, ¡nos mojamos! Disfrutamos incluso aquello que suele estar prohibido… Lo que llamamos Pecado. Vicio, de apellido.

Y nos tocamos… ¡Dios, cuánto nos tocamos! Es cierto que dentro del decoro (¿decente? Jajaja)…, sí, ¡pero tanto! Con esa cómoda y suave cadencia con la que hemos aprendido a hacerlo a lo largo de los años. Con delicadeza y ganas. Como apuesto a que se tocan los poetas. Desde el mismo centro de cada una de nuestras esencias. Mientras andábamos, cuando nos parábamos a observar un escaparate de otro tiempo (que te cautivaba como a un niño chico, jajaja). Mientras comíamos… Mientras nos mojábamos.

Habría que inventar otro nombre para definir el tiempo (eterno, por cierto) que invertimos en saciar nuestros apetitos más terrenales…

Mmm… Nunca olvidaré esa comida… Jajaja…

En la calle Bordadores, casi a los pies del Miguelete, -cerca de la Basílica y la plaza de la Reina-, en el centro más antiguo y hermoso de la ciudad, detuvimos nuestros pasos a saciar el hambre en un sitio excepcional…

Carpaccio de verduras… Mmmm…

Ensalada de canónigos, rúcula, piñoncitos, bacon tostado, tomates cherrys y una suave y aromática vinagreta de acceto balsámico… Riquísima.

Para ti los raviolis rellenos de queso y espinacas con un pesto tan curioso como sabroso… Extraordinario. Que compartiste, claro, dándome de comer…

Para mí los macarrones con una salsa impresionante, punto picante, y servidos en una sorprendente cesta crujiente de queso parmesano… Indescriptible. Y que, claro, también compartí, dándote de comer…

Todo eso…, más el vino, las risas, Eduardo (gracias, guapo!!!), los comentarios atrevidos, los calores, la brisa…

Y el postre… Mmmmm… Ese excelso tiramisú… Delicioso. Sublime. Además, hacía…, como mil años, que no me daban de comer… Jajaja… Ni una vez tuve que coger la cuchara (recuerdo a buen recaudo…) para tener que comer… De una forma mimosa, cálida, cuidada, ¡cariñosa!, llevaste cada vez la cuchara hasta mi boca… Y yo me rendí con una docilidad voluptuosa al juego… Conseguiste, durante un rato, trasladarme a ese lugar donde uno es libre, despreocupado, pequeño. Digno de cada mirada, caricia, golosina… Dueño de todos los placeres y merecedor de todos los cuidados…

Fue, en torno a ese momento de nuestro día, cuando rompiendo todas mis costumbres, arruinando mis tendencias…, fui presa del rubor… ¡Y cómo te reías, malandrín! Jajaja!!! Ya… Ya sé que son muchos años de no verme la turbación en las mejillas, el candor en la mirada… Pero mira…, fue un día especial incluso para eso. Era nuestro día Ámbar. Y conseguiste ruborizarme…

Satisfechos, incluso intuyendo el pecado en nuestra pletórica satisfacción, nos incorporamos de nuevo al flujo de las antiquísimas y bellas calles (Cadirers por aquí, Cadirers por allá, Cadirers otra vez y Cadirers otra más… jajaja!). Y fue entonces, cuando abandonábamos la Pappardella y todas las satisfacciones y deleites que allí disfrutamos, cuando comenzó a llover… ¡Cuando nos llovió encima! ¡¡¡Estaba tan sorprendida de que todo fuera tan deliciosamente perfecto!!!!

Y caminamos un rato bajo la suave lluvia, -como niños pequeños cometiendo una travesura-, hasta que al llegar a aquella estrecha calle… Tocaron a magia y se inventó el milagro…

El sol se abrió paso y se derramó sobre nosotros como un regalo del cielo… Y completamente desbordados de sensaciones que no hubiésemos sabido explicar, pero disfrutándolas, nos detuvimos. Respetuosos, le hicimos su sitio al silencio… Tomamos aire… Lo exhalamos. Nos dejamos bañar por la cálida luz de nuestro día ámbar (más ámbar si cabe en aquel instante…). Y nos abrazamos. Y ceñimos más nuestro abrazo. Y nos besamos. En medio del mundo. En una calle, en cualquier calle del mundo… Ajenos a cualquier cosa que no fuéramos nosotros mismos, a la gente que pasaba, a lo que pudieran pensar… En ese instante nos pertenecía el tiempo. Éramos dueños del espacio que ocupábamos. Como si sólo fuera nuestro. Como si estuviéramos solos. Y éramos tres…, tú, el sol y yo, unidos por lazos inexplicables que sin embargo nos explicaban… A nosotros. A lo que (y que me perdonen las Palabras…) es imposible verbalizar.

Y seguimos paseando… Y hablando. De todo. De nada. De cosas profundas como las simas más abisales del océano, y cosas banales… ¡Fruslerías! (Más risas.)

Así fuimos consumiendo el día. Devorándolo más bien. Deteniéndonos a observar las magnolias, casi oliéndolas. Tan hermosas. Y admirando rincones de calles perdidas con vocación de óleo. Tan pictóricas. Como extranjeros despreocupados, con esa innata capacidad para sorprendernos por las cosas más triviales, las que te relajan el alma… Tan preciosas. Y parando a tomar algo en una terracita bajo un olivo… ¡tan fuera y dentro de lugar! Y escuchando a los artistas, amos y señores de la calle, tocar el acordeón, las guitarras, cantar… Contribuir, con su forma de entender el arte, a embellecer la vida… Nuestro día. Tan ámbar…

Y tú fardando de pulseras nuevas (jeje). Yo de foulard naranja (que no me conseguiste «secuestrar», jajaja). Ajenos al tiempo. Al teléfono. Al ritmo implacable del día a día… Jugando a que sólo nosotros éramos nuestros amos. Creyendo, durante unas horas, que eso es posible. Deleitándonos en esa falsa pero dulce creencia.

Y más paseos arriba y abajo. Una visita a una galería de arte… ¿Arte? Jajaja… Y el mercadillo donde encontramos a la simpática checoslovaca. La tienda de antigüedades. La tónica, el poleo del tiempo. Tú echando de menos tu cámara… Admirando la luz. La que me iluminaba… Y haciéndome, por segunda vez (y conste que nunca más!!!) sonrojar… Sonreír avergonzada. Bajar la mirada… (¡Mamón!) (Jajajajaja!!!)

Bueno…, poco (o quizá mucho) más…

Lo que viene siendo un regalo de día. Un día de cuento. Un día ámbar.

Y cuando las luces del día ya se extinguían, cuando tocaban retirada, vuelta a casa, a descansar… Me devolviste sana y salva a tu amigo… Más sana y salva de lo que es preceptivo estar…

Día perfecto. Y aún le quedaban bellos momentos a mi día…, la verdad. Fue un día Ámbar hasta sus últimas consecuencias… Hasta su final.

Ah! Y lo del action-man-beethoven… Jajajaja!!!! Eso no sé si te lo podré perdonar… Jajaja… Gracias.

Gracias. Gracias por todo, tete. Gracias una vez más.

Ahora sólo resta esperar la próxima cita… Pronto, ¡por favor!!!

Ah! Por cierto…, mientras nosotros nos dedicábamos a nosotros mismos y nuestro día Ámbar… Nadal ganaba a Murray, y…, ¡¡¡alucina!!! Federer a Djockovic. Menos mal que existen los discos duros…  (¿Por qué voy a perderme algo, pudiendo tenerlo todo?   ;)

Y es que… Esto es la Vida, chic@s. ¡¡¡No hay más!!! Y una de nuestras pocas prerrogativas…, gozar.

Fue un día Ámbar. Uno de tantos. Y hay que espabilar… Que luego están los Marrones. Todos sabemos lo que es tener un día Marrón. Que también los hay… Demasiados.

Así que…, te deseo tantos días Ámbar, como tú…, seas capaz de proporcionar…  :)

Besos a discreción… A tod@s!!!! Me siento tan dichosa, tan llena de besos…, que si no los mando…, creo que podría explotar!!!!

 

 

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